Este sábado por la tarde, el presidente Nayib Bukele y el embajador de la Unión Europea en el país, Andreu Bassols, entregaron el CUBO de San Juan Opico, bautizado como Ing. Rigoberto Orellana, en homenaje al joven que fue asesinado por la delincuencia en la zona y como un recordatorio de lo que hay que erradicar del país.
Los CUBO funcionan como centros de recursos para el aprendizaje, para promover la cultura y el desarrollo de las comunidades en donde se encuentran instalados, favoreciendo la prevención de la violencia e impulsando la inclusión social.
El gobierno construirá 140 de estas estructuras en 2021, como parte de su compromiso con la juventud. Pero no solo serán las instalaciones, sino que también habrá computadoras y el gobierno asumirá el pago del servicio de internet, a diferencia de la administración pasada del FMLN, que entregó las lempitas y luego las pidió de regreso.
Para construir el CUBO en San Juan Opico, se pavimentaron 400 metros de acceso, se hizo la señalización vial y se construyeron aceras y cunetas, además de limpiar el predio donde se iba a instalar. En resumidas cuentas, esta obra cambia radicalmente el entorno, pues brinda una oportunidad a la inclusión y a la convivencia pacífica.
Esa infraestructura tiene, además del centro de cómputo, un salón de usos múltiples y una biblioteca lúdica. Es una muestra del trabajo conjunto del gobierno con la comunidad internacional, en particular de la cooperación de la Unión Europea, por medio del programa Apoyo Presupuestario.
Los CUBO son un componente importante en el Plan Control Territorial, que impulsa la reconstrucción del tejido social, más allá de únicamente la infraestructura física, así como los 162 módulos de vacunación servirán para algo más que la administración de las dosis, ya que ampliarán la red de salud nacional.
La red hospitalaria fue reactivada y ampliada en pocos meses para poder enfrentar la amenaza de la pandemia de la COVID-19. El trabajo, aunque ha sido grande, no es suficiente, dada la precariedad del sistema heredado tras décadas de saqueo público. Todavía queda mucho por hacer, pero es un proyecto que ya está en marcha.
En la medida en que los jóvenes tengan más opciones, más salud, más educación y mayores oportunidades de trabajo, se reduce la posibilidad de que la delincuencia pueda usarlos en su provecho. Una sociedad inclusiva es un proyecto a largo plazo, un largo camino por recorrer, pero del que ya se están dando los primeros grandes pasos.