Muchos de nosotros vivimos con la oportunidad de contar con el líquido vital día a día, a unos pocos pasos de donde nos encontremos. Ya sea para usos varios o para beber, el agua siempre está ahí. Esto solo provoca un espejismo que no nos permite ver y valorar la cruda realidad a la que nos enfrentamos como sociedad.
No hay que convencer a nadie de que el agua es un elemento de vital relevancia e importancia para todos los organismos vivos, ya que está involucrado en diferentes funciones en los ecosistemas y brinda servicios que muchas veces pasan desapercibidos o no se valoran en su totalidad. Pero debemos considerar que, al igual que como civilización usamos el agua, la fauna y la flora también la necesitan para satisfacer sus necesidades.
Es así como la falta de reconocimiento adecuado del verdadero valor del agua ha conducido a su sobreexplotación y acaparamiento, representando una verdadera distribución desigual del recurso. Esto se ve reflejado en que las personas con mayores limitaciones económicas son las que más deben pagar por su acceso, mientras que los de mayor capacidad adquisitiva incluso cuentan con el lujo de satisfacer actividades de recreo, cancelando una mínima cuota por hacer uso del recurso.
Todos conocemos la problemática a la que se enfrentan los principales ríos de nuestro país frente a una constante intervención antropogénica, siendo utilizados como receptores de aguas negras, disminuyendo su caudal para alimentar diversos cultivos agrícolas en donde muchos de ellos no cuentan con los permisos necesarios, o también se redistribuye a poblaciones aledañas para usos varios y de alcantarillado.
El principio precautorio debería ser el código insignia político y de toma de decisión. Nos encontramos en un país altamente vulnerable a distintos fenómenos naturales y de estrés hídrico. Por eso como población debemos enfocarnos en un cambio radical de la forma en como utilizamos, valoramos y adquirimos el agua, enfocando y priorizando una educación ambiental que esté fuertemente impregnada en el sistema educativo.
La inversión por la ciencia y tecnología en este rubro debe empezar a cosecharse nacionalmente, no esperando soluciones fáciles que pretenden ser rápidas, indoloras y baratas, sino que debe apostarse por el talento tecnológico nacional para prevenir la fuga de talentos, y un abordaje tecnológico especializado para nuestro país, y es que sobran las ideas innovadoras de lo que hacen otros países desarrollados, proyectos que muchas veces resultan más caros adquirirlos y que nos hacen tecnológicamente dependientes de estos.
Este problema nos obliga a levantar la bandera roja y a trabajar en conjunto creando alianzas estratégicas entre diversos gremios para afrontar la escasez de agua, y es que la demanda por parte de la población no hace más que ir en aumento. Igualmente, el cambio en el uso de suelo de la región para diversas actividades como turismo, agricultura y urbanización provoca un impacto directo en las zonas de recarga hídrica que alimentan a diferentes cuencas que llevan el vital líquido a diversas comunidades aledañas, disminuyendo constantemente su caudal.
Ahora más que nunca es el momento indicado para comenzar a valorar nuestro vital líquido, conservando nuestros bosques, protegiendo nuestra flora y fauna, apostando por ecosistemas sanos y funcionales y promover el desarrollo de tecnologías ambientales propias para nuestro país. Es el mejor momento para que nos apoyemos y colaboremos por una meta en común, conservar y valorar nuestros cuerpos hídricos.