Debo considerar que en nuestro país el fútbol, si bien es cierto no es una potencia en el ámbito, debemos todos reconocer que forma parte de nuestra idiosincrasia, de nuestra historia y hasta es una modalidad de generar desarrollo local.
Quién de nosotros me niega que más de alguna vez jugó un partidito, charamusca, revolcón o como tome a bien llamarle; algunos mejor dotados lograron llegar a jugar en ligas federadas y, por qué no decirlo, a liga mayor o en ligas internacionales, como es el caso de nuestro máximo referente, Jorge «Mágico» González, la Chelona Rodríguez, Pájaro Huezo, Cariota Barraza, y así puedo nombrar una larga lista de profesionales de este amado deporte en nuestro país.
Quienes pasan de los 60 años recordarán la hazaña de nuestro primer mundial en México 1970; yo en lo personal tengo muy vagos recuerdos, tendría cuatro o cinco años, pero sí recuerdo el Mundial de España 1982.
Muy a pesar de no contar con televisión propia, nos arrimamos donde el amigo que ya tenía para esa época. Cabe aclarar que la televisión en casa era un lujo, que no era para todos; sin embargo, vimos con gran tristeza la goleada que sufrimos en el partido contra Hungría 10-1, nos dolió como salvadoreños, pero era un dolor que se logró disuadir por el hecho de estar en un mundial y de contar con ese enorme privilegio de ser mundialistas.
Cuarenta años han pasado y no hemos vuelto a participar en la más grande fiesta del fútbol mundial. Los motivos, a estas alturas, empiezan a ponerse en la ventana pública para ser sometidos al escrutinio de las autoridades, y es que algunos personajes enquistados tanto en la federación como en las ligas inmediatas inferiores, después de haber fracasado en el ámbito político, se dedicaban a «dirigir» nuestro deporte a pesar de que sus credenciales no les ayudan mucho; por otro lado, se cuenta con «dirigentes» que, por lo visto, de lo que menos saben es de fútbol, y de manera aprovechada encontraron, desde hace ya varios años, una forma impune de llevar una vida llena de opulencia y de privilegios sentados sobre bases de corrupción, por lo que el presidente «ad honorem» del Indes viene exponiendo y denunciándolo, misma acción que se materializó con la intervención de la Fiscalía General de la Republica al proceder a investigar a la dirigencia del fútbol salvadoreño, específicamente al señor Hugo Carrillo por los delitos de administración fraudulenta y lavado de dinero y activos.
Ante esto, independientemente de la resolución de la FIFA sobre no sancionar a nuestro fútbol, el curso de la investigación está abierto.
Ojalá no tengamos un prófugo más en este tema, y como el citado señor Carrillo manifiesta que quien nada debe nada teme, esperemos que sea así. Lo cierto es que nuestro fútbol desde hace años viene siendo señalado por amaños y arreglos o venta de partidos, donde hay informes de que incluso pueden servir como testigos extécnicos de la selección, jugadores y dirigentes deportivos.
Ahora la cosa comienza a tomar forma y la madeja de la corruptela en nuestro deporte rey comienza a conocerse, sus nudos, y eso sin lugar a duda dejará buenos réditos, pues de lo que todos debemos tener conciencia es de que la galopante corrupción del ente federativo es la que no permitió que nuestro fútbol se desarrolle tal y como lo pide, desea y exige nuestra afición, a la cual se le ha tomado el pelo, se le ha engañado, se ha insultado su inteligencia, pues la dirigencia deportiva fabricó y vendió humo a la afición, la cual ahora exige que «le devuelvan lo robado» en términos de resultados deportivos. Los personajes incrustados cual plantas epífitas deben rendir informe preciso y claro a la población, y específicamente a la enorme afición salvadoreña, que es la directamente afectada.
Estamos en el momento histórico preciso, en la coyuntura perfecta, donde la corrupción no tiene cabida en ninguna de las esferas de nuestro país, y el deporte para el caso no es la excepción.
Esperamos prontas y buenas noticias en beneficio del deporte rey de nuestro país y así poder eliminar de una vez por todas los personajes epífitos del ámbito federativo.