Hoy en día, estamos siendo testigos, cada vez más, de una mayor visibilidad de las temáticas que atañen a las personas adultas mayores en las pantallas cinematográficas o en las películas producidas para plataformas de video bajo demanda. Recientemente, la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas ha anunciado las películas nominadas a los reconocidos Premios Óscar, entre las cuales se destaca «El agente topo».
Esta producción documental, de la autoría de la directora chilena Maite Alberdi, compite en la categoría de mejor película extranjera y mejor documental. En ella se relata, de una manera cercana y muy emotiva, los estados de soledad, aislamiento, ternura y de significativos espacios de felicidad que vive un grupo de personas de edad, residentes en un hogar de cuidados para adultos mayores.
La película también pone de manifiesto los cuidados profesionales y la atención especializada que se brinda en ese centro de mayores, frente a las diversas situaciones que viven sus residentes. Se observan en su trama múltiples escenarios hogareños y de la vida cotidiana, que hace que estas personas lleven una existencia más activa y reconfortante.
La soledad es muchas veces la mejor consejera sostienen algunos, pero esto no puede ser aplicado automáticamente a todas las personas, ni en todas las etapas de la vida, ya que para las personas que sobrepasan los 70 u 80 años este sentimiento puede causar graves deterioros en su salud física y mental.
Este sentimiento de tristeza y melancolía puede provocar en las personas adultas mayores estados moderados y hasta severos de cansancio, insomnio, enlentecimiento en el desarrollo de sus actividades diarias, hipersomnia y desinterés por las actividades sociales. A estos cambios emocionales también puede sumarse el aparecimiento inesperado de muchas enfermedades que van a venir a deteriorar la calidad de vida de las personas de edad.
De acuerdo con los expertos en psicología, existen diferentes tipos de soledad cuyas causas pueden ser provocadas por factores externos o adoptadas por las mismas personas; para el caso, se encuentra la soledad transitoria o la autoimpuesta en la que las personas se aíslan por diversos temores, entre estos el miedo a ser defraudado o dañado por otras personas cercanas afectivamente a ellas.
Los especialistas en gerontología social sostienen que los cambios drásticos que se producen en la etapa de la vejez, tanto los relacionados con el estado funcional del organismo, como aquellos que tienen que ver con las pérdidas o los distanciamientos físicos de sus seres queridos son determinantes y producen diversos tipos de reacciones en los estados físicos y emocionales de las personas de edad avanzada.
¿Cómo podemos contribuir a derribar estas barreras que causan la soledad y a veces el autoaislamiento de nuestros familiares adultos mayores? En primer lugar, debemos aprender a escucharlos. No hay mejor manera de hacerlos sentir valiosos e importantes que dejarlos que cuenten sus historias de vida, sus memorias, sus triunfos y también lo que consideran que han sido sus fracasos.
En segundo lugar, fortalecer sus vínculos afectivos y sociales. La pandemia de la COVID-19 ha obligado a que este sector etario de la población cumpla con mayor rigidez las recomendaciones de distanciamiento social, para prevenir el contagio de esta enfermedad. Con las adecuadas medidas sanitarias y de bioseguridad, estas personas pueden paulatinamente irse incorporando al desarrollo de rutinas diarias de ejercicios, jornadas de terapia ocupacional, talleres lúdicos y recreativos, como los que hacemos en el centro de día de Casa San Miguel.
En tercer lugar, todos los salvadoreños debemos eliminar las prácticas discriminatorias contra las personas adultas mayores. Tenemos una concepción muy negativa relacionada con los cambios que se producen en la etapa de la vejez, lo que nos hace a veces de manera inconsciente, y otras muy conscientes, aislar y hasta rechazar a las personas de edad avanzada. El buen trato, el respeto y el reconocimiento a la trayectoria de vida de los mayores debe de ponerse en práctica a toda hora, en cualquier ambiente y todos los días.