Con el paso del tiempo, la humanidad ha creado diversos métodos para obtener beneficios emocionales y físicos, lo que ha dado paso al desarrollo de diversas adicciones, cuyo objetivo es la búsqueda de placer. El tabaco, el alcohol y las drogas son solo algunas de las que se pueden mencionar, pero, así como ha ido cambiando la forma de vivir, estas adicciones también han mutado, algunas de ellas, de manera imperceptibles.
En lo cotidiano, las personas distribuyen su tiempo en diferentes actividades: el gimnasio, el trabajo, actividades familiares y el uso de diversas tecnologías. Sin embargo, dentro de la rutina suele suceder que pasa desapercibido el tiempo asignado a cada una de ellas. Es dentro de este contexto de actividades y agendas llenas que aparecen nuevas adicciones que están presente en el día a día y que, por no identificarlas como adicciones, las personas no son conscientes que las padecen o que están metidas en ellas.
Para saber diferenciar cuándo se habla de actividades sanos o de una adicción, la psicóloga clínica, Cindy Durán explica que todo dependerá de la frecuencia con la cual se ejecuta esa acción.
«Todo depende de la frecuencia con la que yo me relaciono con la actividad. Si yo necesito esta actividad para sentirme bien o empiezo a experimentar ansiedad cuando no lo hago, es muy probable que ya empiece a configurar una dependencia; o si eso me empieza a generar un deterioro en mis áreas a nivel personal, como trabajo, salud física o problemas a nivel social debo estar alerta», explica.
La especialista agrega que las adicciones se podrán desarrollar en un individuo o no, dependiendo de las condiciones psicológicas existentes en la cual se encontraba de manera previa a la nueva acción.
Si una persona, por ejemplo, está en un estado de frustración por diferentes causas, como la insatisfacción afectiva, la falta de apoyo, los problemas económicos o un problema de amor y un amigo lo invitó al casino, la mente puede identificar que jugar le genera placer, y si la persona no logra manejar la situación, la mente le va a seguir pidiendo jugar, porque con eso logra evadir la realidad.
«Como a la mente yo le estoy dando dosis diarias necesarias va a llegar un momento donde me va a pedir que juegue y si no lo hago viene la ansiedad. Cuando hay abstinencia o se deja de hacer la actividad, la mente necesita esa dosis de placer, de serotonina, dopamina y adrenalina, y allí me mueve la desesperación. Supongamos que no tengo dinero para jugar, puedo comenzar a vender cosas materiales, empeñar un reloj, un celular u otro», detalla la psicóloga.
Si se cree que hay un indicio de caer en una adicción, la experta recomienda visitar a un psicólogo. Dependiendo de la capacidad que la persona tenga para abstenerse será necesario remitir a un psiquiatra, quien decidirá si se medicará al paciente. Si desea concertar una cita con la psicóloga Cindy Durán puede hacerlo a través de su instagram @psicoduran_ o al número 7613-0030.
Ejemplos de adicciones modernas
La psicóloga explica que hacer actividades de una manera adecuada no tiene que ser motivo de preocupación, siempre y cuando la persona se encuentre bien psicológica y emocionalmente. Si existe algún estado anímico deficiente, cualquier actividad puede convertirse en su manera de escapar de esa realidad o angustia que le molesta, hasta el punto de convertirla en una dependencia que, posteriormente, se transformará en una adicción. Estas son algunas de las adicciones modernas:
Trastornos por video juegos
La experta señala que todas las actividades tienen un mecanismo de acción a nivel fisiológico. En el caso de los video juegos, a nivel neurológico o a nivel sináptico, tiene el mismo modo operando que una droga.
«Cuando se gana en videojuegos, hay una recompensa intrapsíquica, y eso que me produce a mí placer, me siento fuerte. Si yo incremento la frecuencia voy a ganar, ganar y ganar, entonces estoy generando una satisfacción constante de manera neuroquímica que me genera serotonina, dopamina y adrenalina», detalla.
Obsesión por el estado físico o vigorexia
En la actualidad hay muchos estilos de vida enfocados en lo saludable, todos persiguen un logro, pero estos resultados pueden llegar a generar una preocupación excesiva por ver esas metas físicas que, si bien ya se han logrado, no son percibidos de manera racional por las personas.
«Cuando la obsesión por tener un cuerpo fitness se vuelve un trastorno, se genera una alteración perceptiva dentro de la imagen corporal, es decir, ya no se empieza a tener una visión real del cuerpo, sino que ya hay una alteración perceptiva. Eso hace que siga incrementando la acción, porque la persona se sigue viendo con mucho peso y comienza a poner en riesgo su salud, comienza a debilitar sus energías, tendrá falta de concentración, ya no tendrá vida social e incluso puede dejar de trabajar por pasar haciendo ejercicio de manera constante», apunta.
Compras compulsivas u oniomanía
Cada vez que se compra algo nuevo, se genera una satisfacción de recompensa que genera placer. Dentro de un ambiente controlado, esta sensación que se genera es buena, pero si se empieza a sentir culpa o a endeudar por comprar cosas que no son necesarias, podría tratarse de una adicción.
«Cuando una persona no compra algo puede llegar a generar una abstinencia fisiológica, como taquicardia, sudoración, agitación e hipervigilancia constante (un estado de alerta aumentado). Cuando se realiza una compra hay una respuesta fisiológica, eso mismo hace que el cuerpo pida realizar la actividad y ahí es cuando se está desarrollando un aprendizaje a nivel psicológico y a nivel a neuronal, es decir, la plasticidad cerebral (la capacidad que tiene el cerebro para recuperarse, reestructurarse y adaptarse a nuevas situaciones)», manifiesta.
Adicto al trabajo
Ser responsable y atender las obligaciones que el puesto de trabajo requiere no es negativo, pero puede llegar a convertirse en adicción cuando existe una necesidad incontrolable por mantener la mente ocupada y alejada de realidades que les atormenta.
«Ellos se caracterizan por el exceso de productividad, si se pasa muy ocupado, eso es un referente de éxito. ¿Que encontramos ahí? bueno, la aprobación social, el sentirse competente y eficaz o que es valioso a nivel social. ¿Qué pasaría si una persona disminuye la productividad?, va a ser lo contrario. Se va a sentir incompetente, no valorado, no exitoso, torpe, inservible. Esta adicción viene a integrar algunas recompensaciones emocionales y psicológicas que permiten mantener la adaptabilidad», explica.
Adicción al celular
En tiempos actuales, la tecnología va avanzando a pasos agigantados y con ello, las personas cada vez necesitan de diferentes equipos que les facilite la vida en su trabajo, con su familia o amigos, o en los centros de estudio. Uno de los aparatos que se ha vuelto necesario es el celular, pero ¿qué tan vital es este dispositivo en realidad?
«El uso del celular se ha vuelto imprescindible, que uno salga de su casa y no lo lleve, se regresa a traerlo y eso se ve como algo normal. Si bien puede que sea una herramienta importante a diario, la adicción surge cuando hay ansiedad o su ausencia genera angustia a la persona. Esto llega a un nivel más extremo cuando el equipo empieza a interferir con la vida habitual, hay más atención al celular que a la familia, amigos o al entorno en general», manifiesta.