Cuando Juan Francisco Portillo llegó a su casa el 13 de enero de 2001 en Las Colinas, vio el alud de tierra que había caído sobre lo que hasta ese momento había sido su hogar. Corrió hasta ahí, pero no vio ni un rastro de su vivienda, ni de su esposa, con quien tenía 16 años de casado. Hasta ese momento, tenía la esperanza de que Fini, como cariñosamente le decía a su esposa, Josefina, hubiera salido a comprar tortillas o a hacer algún mandado. «Cuando llegué a mi casa empecé a gritar como loco el nombre de ella, en eso llegó el cuñado y, con palas, empezamos a hacer la búsqueda. Eran prácticamente las 11 de la mañana cuando iniciamos, finalizamos a las 9 de la noche», comentó.
Ahora, 20 años después, Juan Francisco cuenta nuevamente la historia que le dio un giro a su vida. Pero al dolor de haber perdido a un ser querido se sumó el olvido y la indiferencia de parte de las autoridades, que durante años no pudieron solventar sus necesidades.
De acuerdo con Portillo, aunque hace dos años le devolvieron su escritura, que lo hizo acreedor de su terreno, él y otras familias en la misma situación están imposibilitadas para construir sus casas, pese a que las autoridades hicieron algunas obras de mitigación. «Lo único que podemos construir son muros y galeras, ¿y eso de qué nos sirve?», se pregunta Portillo.
Asegura que aunque no cuenta con una vivienda construida en ese lugar por la prohibición que existe, la alcaldía de Santa Tecla le envió un aviso donde le informó que debía pagar todos los servicios municipales.
«A mí me llamaron y me dijeron que mensualmente debía acercarme a la alcaldía para pagar los impuestos. Pero aquí no tenemos servicio de luz ni de agua, no pasa el tren de aseo y aun así nos cobran $22 mensuales», lamentó.
También agregó que hay otras familias que lograron reconstruir sus viviendas a escasos 20 metros de su terreno.
«Solo nos separa una calle, pero no entiendo por qué ellos sí han podido reconstruir, en cambio nosotros no. Si es porque ahí puede pasar otra catástrofe, ¿por qué no continúan haciendo más obras de mitigación?», enfatizó.
En la zona se encuentra una placa conmemorativa donde están escritos los 400 nombres de las personas que fallecieron ese día.
La historia es similar para Remberto Ávalos, quien perdió a su hija de 17 años ese día. «Lo más triste de todo es que iba a cumplir 18 años al día siguiente de la tragedia», especificó.
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Ávalos señaló que todas las familias esperan que las autoridades municipales continúen realizando las obras de mitigación necesarias para que la zona sea habitable. Y añadió que el alcalde Roberto d’Aubuisson, al inicio de su gestión, declaró que él podía levantar la restricción para que quienes quisieran vivir ahí pudieran hacerlo. Sin embargo, asegura, no hizo nada al respecto.