Este año, la dinámica de ingreso y estancia en el camposanto ha sido diferente debido a los protocolos de bioseguridad por la COVID-19.
«El ingreso es de grupos de cinco personas, quienes pueden estar en el lugar 45 minutos, cuando sale un grupo de cinco dejamos ingresar otro», apuntó Wilfredo Rivera, colaborador de la comisión municipal de Protección Civil.
Agregó que dentro del recinto no se permite el ingreso de ningún tipo de alimentos, ni vendedores de comida. Además las personas deben llevar su mascarilla.
«Antes de ingresar se les toma la temperatura, se deben limpiar los zapatos y se les proporciona alcohol gel… se permite el ingreso de niños de 12 años en adelante, adultos mayores y mujeres embarazadas no pueden ingresar», señaló Rivera.
Las medidas provocaron que el ingreso al cementerio se volviera tardado y que las personas no guardarán el distanciamiento social.
La mayoría de asistentes aseguraron que, a pesar que el fin de semana fue largo, prefirieron esperar hasta este día para llegar a enflorar.
«Para nosotros ya es toda una tradición venir a enflorar el 2 de noviembre, por eso no quisimos venir sábado, ni domingo», explicó Margarita Sánchez, quien desde hace cinco años llega a enflorar a su abuelita.
Una situación distinta se vivió en el cementerio Los Ilustres, en San Salvador, hasta las 11:00 de la mañana el ambiente lucía tranquilo y el flujo de personas era poco.
Los encargados del cementerio manifestaron que durante el fin de semana la afluencia de personas fue mayor.
En el cementerio General 1 de Soyapango, las autoridades municipales colocaron 100 sillas bajo un toldo para que las personas pudieran ingresar.
«Como el cementerio es amplio, entran 100 personas por bloque y pueden estar en el lugar 30 minutos», explicó una empleada municipal.