A Norman Quijano lo vimos en videos negociar con pandillas cuando corría por la presidencia de la república junto con Portillo Cuadra en 2014, personaje que, por cierto, ha tratado de desvincularse a toda costa de ese pacto. Pero ¿realmente lo desconocía?
Todos sabemos que ofrecieron hasta $100 millones para beneficiar a asesinos de miles de inocentes. El negocio era simple: vidas por votos.
Ese diputado arenero también tuvo cómplices, como Paolo Lüers, quien dedicaba grandes reportajes a embellecer la tregua; Ernesto Muyshondt, ahora encarcelado, y el exalcalde de Ilopango Salvador Ruano, quien curiosamente murió cuando empezó a revelar las entregas de efectivo que sobrepasaron los $100,000.
Preguntémonos ¿de dónde salía el dinero?
Quijano fue acusado de fraude electoral y agrupaciones ilícitas, pero en 2020 sus amigos diputados lo protegieron al negarse a desaforarlo y entregarlo a los tribunales a pesar de su vínculo con esas estructuras criminales que tanto daño le han hecho al país. Cuando terminó esa legislatura, Norman se convirtió en un ciudadano común, por fin después de 33 años viviendo a costillas de los salvadoreños, sí, desde 1988, cuando muchos de nosotros ni habíamos nacido, a Norman ya lo blindaba judicialmente un sistema que lo volvió intocable.
Y es que su desfile es amplio: presidente del Instituto Salvadoreño de Desarrollo Municipal (Isdem) en el período 2009-2012; coordinador del Consejo de Alcaldes del Área Metropolitana de San Salvador en los períodos 2009-2012 y 2012-2015; alcalde de San Salvador durante dos períodos consecutivos, desde el 1.º de mayo de 2009 y el 1.º de mayo de 2015; diputado de la Asamblea Legislativa del 1.º de mayo de 2015 al 30 de abril de 2021.
Después de tanto, ese hijo del sistema más corrupto del pasado se fue a esconder a Honduras con la excusa de que salía a vacunarse, y esperó hasta tener fuero de nuevo como diputado en el Parlacen para que durante otros tres años el pueblo le siga pagando sus lujos.
Era frustrante saber que aquel hombre que en un contexto de elecciones lideró una campaña contra las pandillas y al mismo tiempo se sentaba con los cabecillas para pedirles perdón por el contenido que vertía en los medios de comunicación.
Y no solo eso, en esas reuniones, el delincuente conocido como Chivo de Centrales le habría dicho que esperaba alguna ayuda monetaria hacia ellos y que, si les daba los «viáticos» acordados con anterioridad, ese mismo día iniciaba sus labores en todos los departamentos, ajá, el trabajo era endosarle votos.
En el requerimiento se revela que Quijano respondió que ya el Coena le había dado luz verde para entregas de $50,000 para la MS, $25,000 para los 18 sureños y $25,000 para los 18 revolucionarios.
También expresó que, de ganar las elecciones, reduciría el nivel de operatividad de la Policía Nacional Civil (PNC) y de la Fuerza Armada, cerraría el penal de máxima seguridad de Zacatecoluca y convertiría los cuarteles de Chalatenango y la base naval de La Unión en granjas para beneficiar a las maras. De acuerdo con la acusación formal, les dijo que no se preocuparan por los $100 millones, que él tendría el dinero del presupuesto general de la nación.
Y siguió prometiendo: mayor tiempo de visitas, visitas íntimas, traslados de reos a penales de menor seguridad, conformación de un equipo criminológico y la eliminación del programa Mano Dura.
Por eso y más el sistema de justicia nunca lo castigó; es más, la anterior Cámara Primera de lo Penal decretó nulidad absoluta al proceso judicial. Esa instancia viciada que anuló una posible condena ya se cambió, así como la suerte para Quijano.
No sé cuánto te costó la impunidad en el pasado. No quiero ni pensar a cambio de qué esos supuestos jueces fueron en contra de todos sus principios para favorecerte, pero se acabó.
Quijano, te informo que ya se acabó el tiempo en el que estabas acostumbrado a manipular y corromper la justicia. Ahora el Estado no se arrodilla ante tus influencias porque, para tu mala suerte, ¡ahora somos un Estado que sí funciona!