El Gobierno del presidente Nayib Bukele tiene como prioridad absoluta al ser humano. Lo ha demostrado en las diferentes coyunturas, diferenciándose dramáticamente de la forma en la que actuaban las administraciones pasadas. Mientras para ARENA y el FMLN invertir en el pueblo es un gasto y un despilfarro, para el presidente Bukele ha sido el eje de todas sus políticas públicas.
En los inicios de la pandemia, al igual que en otras latitudes, se hizo necesario restringir la movilidad ciudadana para detener la propagación del coronavirus.
La oposición se puso en contra de las cuarentenas porque iba en contra de los intereses de algunos de sus financistas, que querían obligar a sus trabajadores a exponerse al contagio (y con ello a una segura muerte) al laborar en espacios sin ventilación y sin distanciamiento. Para estos seres desalmados, las ganancias estaban por encima de la vida de los ciudadanos, por lo que estaban dispuestos a sacrificar a miles de personas con tal de mantener activas sus fábricas. Los pobres podían ser reemplazados por nuevos obreros, consideraban.
Sin embargo, el Gobierno se puso firme y, con ello, salvó la vida de decenas de miles de salvadoreños.
Además, para garantizar la dignidad del pueblo, el Gobierno distribuyó dinero y víveres para evitar muertes por falta de alimento, ya que los trabajos, y con ello las fuentes de ingresos para comprar comida, se encontraban cerrados para atrasar la complicación médica que implicaba un contagio masivo y descontrolado de la COVID-19. También se otorgaron subsidios y ayudas a las empresas para que no quebraran.
Asimismo, se lanzaron medidas para enfrentar la crisis, entre las que destacan la eliminación temporal de impuestos a combustibles, alimentos y otros productos básicos, además de la estabilidad del precio del gas propano y de la energía eléctrica.
Todas estas medidas fueron criticadas injustamente por ARENA, el FMLN y sus aliados políticos, quienes calificaron de gastos innecesarios toda la preparación para enfrentar la pandemia.
La inflación ha golpeado duramente a otros países y ha dejado en serios problemas a los ciudadanos, que ven disminuidos de manera significativa sus ingresos, por lo que tienen problemas para enfrentar sus gastos de alimentación y de otras necesidades básicas.
Por esta razón, el Gobierno del presidente Nayib Bukele mantiene el subsidio del transporte público de pasajeros y del gas propano utilizado en la mayor parte de los hogares salvadoreños para preparar alimentos. De esta forma, una buena parte de la población está protegida de los caprichos y la volatilidad de la economía mundial, que nuevamente afecta a determinadas naciones.