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Carlos Cordero,
Académico e investigador en diseño
D-Signos Artículos de historia y simbolismo. Novena Entrega
El ser humano en su dimensión espiritual ha buscado siempre transformar los espacios, desde una faceta profana hacia una nueva realidad sagrada. Así ha creado altares, templos y cuantas ceremonias y ritos toman parte de esos habitáculos. Es menester mencionar que estos aposentos han sido siempre cuidadosamente organizados en cada uno de sus detalles, entradas, salidas, ventanas, paredes y pisos. Estos últimos que representan la tierra o la dimensión de la materia por excelencia, deben de ser recubiertos para ser parte de esta nueva realidad trascendental; el ser humano investido con un rol sacerdotal ha creado las alfombras para proteger sus pies y aislar la materia burda dentro de este nuevo ambiente sacro.
Antropológicamente hablando y aunado a lo anterior, los tapices representan el poder que tienen los individuos sobre la tierra y el dominio que sobre ella ejercen. Dentro de la naturaleza solamente el hombre teje alfombras que asemejan en cierta forma a los nidos que determinados animales arman como vivienda o para realizar el apareamiento.
La elaboración de tapetes es tan antigua como la humanidad misma, siendo en la India que tenemos una muestra de estas tradiciones ancestrales como en el caso de la realización de las alfombras Rangoli, palabra que deriva de «Ranga» que significa dios y «Oli» que satisfará. Estas alfombras se colocan en los templos de diversos festivales hindúes, así como en las casas. Sus diseños son circulares a manera de mandalas como una representación del cosmos, así como su elaboración consta de arroz seco, areniscas de colores, semillas o pétalos de flores.
En la Edad Media se solían arreglar los caminos de entrada a los señoríos para las diversas peregrinaciones litúrgicas, así como el paso de autoridades feudales y del clero. Esta preparación incluía el uso de ambientes perfumados y arcos florales, que principalmente veríamos en festividades como la del Corpus Christi, cuyo camino se debía de higienizar haciendo uso de hojas de romero, hiedras, pétalos de rosa o claveles.
En toda la península Ibérica la elaboración de alfombras estaba presente desde el siglo VII, y es en las Islas Canarias en donde más fuerza obtuvo esta tradición. De este lugar son famosos los tapices de La Oratava (Tenerife) ya que hacia 1847, Leonor del Castillo de Monteverde organizó un tapiz floral frente a su palacete empleando areniscas volcánicas grises, verdes y amarillas, procedentes del Teide.
En el caso de América Latina, la elaboración de alfombras ha estado presente desde la época colonial en festividades como la del Corpus Christi, la Asunción de la Virgen y la Semana Santa. Al igual que en España y Portugal, participaban en su construcción comunidades enteras haciendo uso de materiales propios de la localidad, tal es el caso de Tarma en Perú, que solían utilizar arrayán, geranio o anhelí, y en las noches previo a su inauguración, los grupos participantes de su creación solían beber un licor de caña y limón denominado calentito. Otros materiales empleados fueron la sal siguiendo el ejemplo de las islas de Lanzarote en España, el aserrín pintado o la cáscara de huevo, polvo de café y vidrio molido, estos tres últimos materiales propios de los tapices de São Paulo, Brasil.
Pero si una característica tiene todos estos materiales utilizados tanto en la península Ibérica como en el Nuevo Mundo, es la existencia perecedera, ya que este tipo de creaciones caen en la categoría de artesanías efímeras, del griego «ephemeros» que significa de «un día» y por extensión se emplea cuando se busca referir a algo pasajero o de corta duración. La elaboración de alfombras constituye una de las muestras más destacadas de la fe de los fieles en la Semana Mayor, en donde el Viernes Santo se prepararán a manera de pleitesía y en señal de respeto para el paso del cortejo que acompañará las diferentes imágenes de Cristo o las diversas escenas del psicodrama de la pasión.
Parte de los materiales empleados incluye plantas, que según el autor Adrian Frutiger, hacen alusión al espacio vital que el ser humano habitaba. El bosque en su sentido intrínseco le proveía protección y a su vez alimentación, le llenaba de energía. Son estas alfombras representaciones del reino vegetal específicamente de la estación primaveral, simbolizan la vida, lo mismo los frutos y el aserrín pintado, todos ingredientes propios de una estación que evoca la fertilidad, siendo esta época en que retorna la energía vital a la Tierra.
Otro material de origen mineral es la sal, cuya función es la de preservar los alimentos; pero, por otro lado, también atestigua su fragilidad como componente que fácilmente puede diluirse con el agua y regresar a su estado original. La sal es además junto al azufre y el mercurio, una parte del Ilich crudum, es decir, uno de los tres principios constituyentes del ser: cuerpo, alma, espíritu o, en otras palabras, tierra, agua y fuego.
Por último, este ingrediente constituye un símbolo de purificación, así como de lo efímero de la existencia terrenal, de la inevitable muerte y posterior resurrección o retorno a la fuente, como la sal que regresa y se funde para ser un todo con las aguas del mar.
DePoesía
«A SONSONATE»
Por Wilfredo Bonifacio Córdova

Aunque los años transcurran
Sonsonate por siempre bonito
espero cambios que ocurran
olvidando práctica del mito.
A las cinco de la mañana,
en estación del ferrocarril
se hacía larga caravana
montándose en cada carril.
Un sabroso shuco se vendía,
pupusa de frijol y chicharrón,
la cual yo también comía
antes de irme a mi región.
Aduana y farmacia lindante,
porque estaban a su alrededor,
tren listo para seguir adelante
lo mirábamos con primor.
Mercadito El Ángel, la terminal,
los buses Mi Negra y Porteñita
llegaban con su recorrido final.
Sé donde vendía sabrosa yuca frita.
Es alegría desbordante
en Metrosur y Megaplaza,
es costumbre desde antes
el comercio siempre avanza.
En mil quinientos cincuenta y dos,
tu nombre aguas subterráneas
te ubicaron en grandes prados
de bellos planes, verdes sabanas.
Mil quinientos sesenta y cuatro
quemaron tú gran historia,
esos originales no encuentro
por la acción de esa escoria.
Envidiaron la gran sabiduría
origen de la tierra y hombre,
hoy una cadena de habladuría
mezclan enseñanza de renombre.
Sigo con nostalgia recordando
avenida los Leones y palmeras,
de sofá con bejucos retorcidos
una acequia limpia de deveras.
Estaba Quinto Patio y Selecto,
era lugar de mucha tolerancia
todo se miraba muy correcto
prohibían ingreso de infancia.
En mil ochocientos veinticuatro,
cabecera departamental surgiste
con cinco barrios, agregando cuatro,
sin mencionar las obras que hiciste.
Sonsonate con lindas cofradías,
con solemne Semana Santa,
fiestas patronales de días,
fruta sabrosa de verde planta.
Cinco bellos cines funcionaron:
Palace, Arce, Trópico, Ríos, Popular,
películas que jamás se olvidaron
de artistas buenos para actuar.
Sonsonate con varias escuelas:
Trigueros, Liceo, Cuba, Guadalupe,
la última Ciriaco de Jesús Alas,
como muchas de las que no supe.
Recordemos algunos personajes:
José Rivera y Bancho Castillo,
elementos de grandes linajes,
sonsonatecos de gran caudillo.
También funcionó Diario Excélsior,
su director Salvador Castillo Vega
fue un importante comunicador,
su distribución solo por entrega.
Cuatro puentes decoran la ciudad,
tres de ellos los más antiguos
todos brindan una gran utilidad
ubicados el mismo río y continuos.
Sonsonate de bellos recuerdos,
hospitalario de muchos viajeros,
sus habitantes son muy cuerdos
demostrando ser buenos aleros.
De mujeres buenas y encantadoras,
con hombres fuertes y laboriosos,
por eso todas salen triunfadoras
por eso aquí, somos muy gloriosos.
«A CUAUYUAT»
Aunque me aleje no olvido
a esta hospitalaria ciudad,
donde por años he vivido
recibiendo la cordialidad.
Montañas y calles delineadas,
es tu excelsa identificación
mencionar las campanadas
invitándonos a la oración.
La alcaldía del año setenta,
de hermosa construcción,
solo el recuerdo sustenta
con nostalgia decepción.
Deseo que vuelva invierno neblineado
que Dios nos resuelva
este calor extenuado.
De noche se caminaba
sin sorpresas dolorosas,
la frescura nos mimaba
sus acciones amorosas.
Mi Cuauyuat encantadora
prefiero ese tiempo vivir,
esta vida muy agotadora
la que no quiero ya sufrir.
Esta ciudad es pacificadora,
lugar adecuado a practicar,
con su montaña protectora
lugar propicio para meditar.
Torneo navideño ejemplar,
sobresalía Atlético Magaña,
todos por gane en su lugar
surgía campeón sin maña.
Los personajes patrocinadores
distinguiéndose con las pelotas,
simpático eran estos perdedores
aflorando las protestas y cuotas.
Convivir en estos instantes,
departiendo con la comunidad
pensamientos más prudentes
salen con palabras en propiedad.
Siempre estoy preparado
colaborando a digna ciudad,
asiduamente la he amado
que durará la eternidad.
Los Chorros era mi ruta,
regresaba por Los Planes,
disfrutando alguna fruta
y raras veces unos panes.
Mis pulmones vigorizantes
por respirar ese aire puro,
encontraba muchas gentes
en ejercicios para su futuro.
Utilicemos la naturaleza,
nos da sin costo alguno,
tiene una gran nobleza
regalar aire a cada uno.
Llegar a Juayúa era aventura
por la antigua calle deslucida,
buses de madera su moldura
y nuestra columna adolorida.
Punto de meta la terminal,
limpiábamos los vestidos
al llegar al recorrido final
después de todo lo sufrido.
Son estampas de la ciudad,
es saberlas para reflexionar,
ahora se mira prosperidad
cuyo deber es de conservar.
Es un sagrado recuerdo
que no se puede olvidar,
en Cuauyuat no pierdo
lugar donde debo estar.
Con esto estoy terminando
aunque es poco lo escrito
a Cuauyuat la sigo amando,
con mucha fuerza lo grito.