Dante Alighieri, conocido como «il sommo poeta», ubicó a los traidores en el «último círculo del infierno», pues consideraba a la traición como el peor pecado de todos. Razonó que para traicionar primero hay que ganarse la confianza y el afecto de la víctima.
Más allá de las consideraciones e interpretaciones religiosas sobre conceptos del infierno, lo interesante es que expresó una realidad sin discusión sobre los traidores. Incluso, el tema es de tanto interés que en varios sitios web se han dado a la tarea de enumerar el top ten de las más altas traiciones en el mundo. ¿Tomarían en cuenta a los políticos tradicionales de El Salvador?
Veamos. Desde finales de 2019, el mundo ha sido sacudido por eventos para los cuales no estaba preparado. En una secuencia veloz, el mortal virus de la COVID-19 arrasó con la vida de millones de personas, sin que hasta el momento haya un antídoto para erradicarlo. Y mientras las naciones aún luchan por salir de esa crisis sanitaria y levantar de nuevo sus economías, ahora deben lidiar con las consecuencias del conflicto entre Rusia y Ucrania-OTAN.
El mazazo al crecimiento económico es universal, empujado por el alza de los precios del petróleo y sus derivados; es decir, no hay quien no sufra los estragos, sean naciones desarrolladas o subdesarrolladas. Para ilustrar: la potencia mundial Estados Unidos reporta la inflación más alta de los últimos 40 años, que la ha obligado a buscar ayuda petrolera de Venezuela.
Estos eventos mundiales no solo han puesto en jaque al mundo entero, sino que además están evidenciando la capacidad de los gobernantes en cada país para hacer frente al inevitable impacto y exponiendo el verdadero rostro de los opositores y sus aliados.
En El Salvador, las anticipadas y exitosas acciones del presidente Nayib Bukele para resguardar la vida de los salvadoreños de la mortífera pandemia provocó la esquizofrenia de los que ocuparon el poder durante 30 años después del conflicto armado.
Por medio de sus marionetas legislativas ARENA-FMLN-Rodolfo Párker, los opositores al Gobierno bloquearon todo tipo de ayuda y acciones que beneficiaban directamente a cada salvadoreño. La población fue testigo de cómo quisieron hasta meter en la cárcel a miembros de la Fuerza Armada por llevar paquetes PES a las casas de cada familia en el territorio nacional y por acompañar la entrega de kits de medicamentos. Por si fuera poco, intentaron destituir al ministro de la Defensa y al director de la Policía Nacional Civil usando las instituciones de justicia, que mantuvieron secuestradas hasta el 1.º de mayo de 2021. También se opusieron a la compra de vacunas anti-COVID-19 y a la entrega de computadoras a los escolares.
Ahora, con la crisis generada por la guerra entre rusos y ucranianos, el presidente Bukele nuevamente lanza medidas económicas para disminuir el impacto en el bolsillo de los salvadoreños. Y ha dado la instrucción a su Gabinete Económico de hacer todo lo que esté al alcance para resguardar la seguridad alimentaria de las familias sin descuidar la salud y la inversión pública. Un supremo esfuerzo.
No tardaron en aparecer los grupos de oposición que no esconden su articulación para seguir causando daño al pueblo, como si no fuera suficiente el crimen económico y social y de seguridad que cometieron contra él durante seis gobiernos. Es así como plumíferos, «seudopinólogos», ONG, malos empresarios, políticos y religiosos que comercian con la fe, «abogansters», magistrados y jueces corruptos que comen en la misma mesa de conspiración, se han lanzado a criticar y oponerse a las medidas económicas del presidente Bukele.
En su mismo afán, de forma descarada, salen en defensa de empresarios del transporte colectivo y de sus motoristas, quienes han hecho lo que han querido contra el pueblo, cobrando lo que les ha dado la gana y maltratando al usuario en unidades inservibles. Un sector que, como bien dice el presidente Bukele, «le dobló el brazo a todos los gobiernos anteriores con sobornos, apoyo en las elecciones y funcionarios a su servicio».
Por si fuera poco, también salen en defensa de forajidos expresidentes y exfuncionarios, asesinos y ladrones, que un día enamoraron al pueblo para luego convertirlo en su víctima.
Cada vez queda más al descubierto que ARENA, FMLN y sus aliados traicionaron a El Salvador.