Los desafíos que se plantean a la calidad de la educación exigen promover una reforma educativa estructural, especialmente cuando se establece refundar el país, y apostarle al desarrollo.
Sabemos bien que una reforma educativa se fundamenta en la necesidad de responder a las exigencias sociales, políticas y económicas que contribuyan a la refundación del país, con ello se pretende sentar las bases de una nueva estructura en todos los niveles del sistema educativo nacional, lo cual permita formar a ese nuevo ciudadano acorde con las exigencias actuales.
Estos cambios estructurales requieren de especialistas con experiencia que dominen todas las áreas educativas desde dentro, que conozcan muy bien el quehacer educativo desde su práctica cotidiana, que conozcan muy bien las fortalezas y debilidades de la administración educativa local y la labor docente en su relación con los alumnos y, en general, con la comunidad educativa. Eso permitiría tener una valoración más real y efectiva de las transformaciones que se necesitan para promover una calidad de la educación, ya que durante muchos años se ha acostumbrado la implementación de reformas de escritorio o importadas de otros países que solo son ensambladas de manera técnica, pero no acordes con la realidad educativa del país. Solo alguien que ha sido maestro entiende al maestro; solo alguien que sea un profesional de la educación sabe lo que significa promover la calidad educativa.
Cuando no se implementa una verdadera reforma educativa se corre el riesgo de dar pasos hacia atrás y condenar por mucho tiempo al ostracismo irrelevante al desarrollo educativo, como ha sucedido en los últimos 40 años, sin avances significativos para una educación de calidad.
En este contexto, una reforma profunda en educación se hace más que necesaria si se quiere refundar un país y formar al ciudadano del futuro según las exigencias de nuestro tiempo; se hace necesario hacer cambios estructurales en el sistema; cambios en el currículo de estudios, especialmente en los planes y programas; elaboración de nuevos textos escolares, guías curriculares docentes en función de las nuevas bases doctrinarias políticas, económicas, sociales, filosóficas y tecnológicas del país que se quiere refundar. Se necesita de una revisión al modelo administrativo y organizacional heredado de la reforma educativa que inició en 1995, que respondía a establecer un modelo económico neoliberal que promovía la privatización de los servicios públicos, lo cual ya cayó en lo obsoleto.
Se requiere de una revisión de los marcos legales, que se adapten y se ajusten a una nueva legislación escolar, de acuerdo con las necesidades reales del sistema educativo; se necesitan cambios en la Ley de la Carrera Docente, también en la Ley de Educación Superior; se necesita crear un nuevo sistema de evaluación que responda a valoraciones de innovación, creatividad y al aspecto socioemocional de los estudiantes. Sobre los sistemas de medición numéricos tradicionales, se requiere establecer un sistema de formación docente más sistemático, conforme las necesidades reales de los maestros, que permita corregir las deficiencias dentro del aula en cada uno de los procesos pedagógicos, donde ellos sean los protagonistas y socializadores de los procesos de fortalecimiento.
Se deben redefinir el rol y las funciones de los equipos técnicos del ministerio, sean asesores pedagógicos de campo o colaboradores técnicos, que se conviertan en equipos de apoyo para el trabajo de aula, acompañando al maestro para lograr la calidad en los resultados de aprendizaje; analizar y valorar de manera significativa si la estructura departamental de la regionalización de la educación —heredada de la reforma de 1995, promovida por el partido ARENA y su gobierno— ya queda obsoleta en el nuevo contexto y visión de un país hacia el desarrollo y una educación más tecnificada e innovadora.
En estos esfuerzos también hay que incorporar a los sindicatos de maestros; no se pueden dejar al margen de los procesos, ellos son maestros y tienen mucho que aportar; por otra parte, la dignificación del maestro debe ser el elemento más importante por impulsar. Es un gremio que durante 40 años ha sido abandonado en necesidades vitales, como una mala asistencia en los servicios de salud magisteriales, con sus pensiones de hambre, donde un maestro después de trabajar hasta 40 años de servicio obtiene una pensión de $300, algo inhumano para quien formó a varias generaciones.
Se debe revisar también por qué las escuelas ya no son los grandes viveros deportivos, por qué desaparecieron los clubes de deportes, los juegos intercolegiales que tanto aportaban al deporte nacional como viveros potenciales, que tanto contribuyeron a la salud mental y la convivencia armónica entre los jóvenes adolescentes.
Realmente no es una tarea fácil si se quiere ver cambios reales en educación. Solo una reforma educativa profunda podrá darles el éxito y la sostenibilidad en el tiempo a programas tan importantes como la dotación de herramientas tecnológicas —como computadoras— a docentes y alumnos, o el exitoso programa de la primera infancia y la nueva escuela, y lo más importante: la formación de ese ciudadano que el país necesita para llevarlo al desarrollo tecnológico e innovador que exige un mundo cada vez más globalizado.