Durante 12 años, de manera oficial, la dirigencia de la guerrilla del FMLN engañó a sus seguidores, adeptos, personas reclutadas y a otras que fueron seducidas para incorporarse a una lucha en la que ofrecían un cambio, promovían el odio de clases y a la Fuerza Armada como a los extintos cuerpos de seguridad. Decían que su lucha era por el pueblo y los más pobres de los pobres. Dañaron y destruyeron la infraestructura y la economía del país. En su denominada lucha se valieron de todo: asesinar, secuestrar, poner coches bomba, matar ganado, abusar de niñas, adolescentes y mujeres.
Gran parte de su dirigencia pasó la guerra en países amigos a los que tenían engañados al decirles que vivían bajo amenaza, y que eran blanco de ataques, que su vida corría peligro, pero allá se daban una gran vida y cuando aparecían en el país les montaban una gran seguridad para llegar a reuniones a dar líneas y estrategias; al retirarse del país, no se exponían.
Cuando finalizó la Guerra Fría y se ordenó el cese del conflicto lograron buenos acuerdos, es más, en mi opinión se posicionaron mejor que sus supuestos enemigos y obtuvieron múltiples beneficios, obviamente para la dirigencia, y un grupo con más privilegios, dinero y negocios.
La mayoría de sus hojas de vida no evidencian estudios de bachillerato y menos de carreras en universidades, tampoco hay empleos anteriores. Solo ser guerrillero matarife. Cuando llegó el momento de conformar la PNC, a muchos les regalaron los títulos académicos, abundaron los licenciados en letras, filosofía, ciencias políticas, ciencias jurídicas, sociología, trabajo social y, así, se colocaron en la naciente PNC para cubrir las denominadas «cuotas».
Desde 1992 en adelante se emplearon en las instituciones del Estado, Asamblea Legislativa, organizaciones no gubernamentales, partidos políticos, entre otras. Pero les llegaría su tiempo de estar en la presidencia con un experiodista, que nuevamente ofreció el cambio; y no solo negoció con el crimen organizado y las pandillas entregándoles el territorio con municipios santuarios donde se les dejó operar para que masacraran a la población, que profundizaran la extorsión y las desapariciones de personas, sino que saqueó el erario hasta en bolsas plásticas negras para basura.
Luego, llegó su segundo Gobierno, donde al que ya había sido vicepresidente decidieron ponerlo de presidente, con esa imagen de abuelito buena gente, que se reía por todo y que se hacía pasar por profesor, que dudo que alguien le gane en memes, chistes y frases que aún están vigentes como el «ya ven que me extrañan», y similares. La duda no era si había malversado fondos y cometido actos de corrupción, las preguntas eran ¿cuándo lo acusan y de cuánto? Y ese tiempo llegó. En la primera acusación son $183.8 millones, además está una verdadera estructura que desarrolló actividades de crimen organizado que habían pasado por consigna desde presidencias anteriores. La estructura pura del crimen organizado desde la presidencia de la república. Mientras tanto, la población estaba en manos de los pandilleros, otros criminales, solo que estos vestidos con otro tipo de ropa, pero igual de criminales y ladrones.
Dirigentes de su partido político, exfuncionarios, asesores, empleados, familiares, amigos, compas, todo aquel que pudo disfrutaron del buen vivir saqueando los fondos públicos, cobrando comisiones por contratos con el Gobierno, comisiones por plazas en el Gobierno o en la Asamblea Legislativa, en las alcaldías que gobernaron, por aprobar o por no aprobar leyes; mientras tanto, los excombatientes de la extinta guerrilla, mutilados de sus cuerpos, afectados psicológicamente, con enfermedades crónicas, implorando que se les pagara pensiones y que se los incluyera en los censos por haberles creído que por participar en el conflicto armado gozarían del buen vivir y de un retiro. Les mintieron, los ignoraron, es más, muchos denominados camaradas murieron esperando que les cumplieran.
Ahora los dos expresidentes de sus dos nefastos gobiernos son nicaragüenses, viven asilados, escondidos, gozando del dinero que ahora está en su poder, producto del saqueo, de actos de corrupción y de actividades de crimen organizado, pero encerrados en Nicaragua.
Otros exfuncionarios y dirigentes se esconden y huyen de la justicia en México, Nicaragua y otros países en los que esperan la muerte o el sueño de que su partido regrese al poder, o al menos sus aliados.
Triste corolario de una vida de mentiras, engaños, falsedades, asesinatos, secuestros, estafas. Ninguno de ellos ha muerto o morirá pobre, pero qué peor castigo que vivir sus últimos días escondidos, huyendo y fuera de su patria, la cual saquearon y se cambiaron de nacionalidad, renunciaron a ser salvadoreños, así de cobardes. Todo lo que tocaron lo quebraron. La seguridad también fue un fracaso, dejaron al país como número uno en negativo, en homicidios, en violencia, en criminalidad; un vergonzoso pasado como guerrilleros y también dejaron el legado de las pandillas criminales. Su herencia es nefasta, una vida de mentiras, de buen vivir con los fondos públicos, de robos y hurtos.