Las aplicaciones de citas, acusadas de ser adictivas y de causar numerosas decepciones, están perdiendo atractividad y buscan reactivar el interés de clientes y consumidores abriendo nuevos horizontes, sobre todo en el terreno de la amistad.
Bumble, por ejemplo, acaba de lanzar en una decena de países la aplicación Bumble For Friends, dedicada exclusivamente a encuentros amistosos.
Esa aplicación se está revelando exitosa, porque se basa en la formación de «amistades reales», aseguró este miércoles Lidiane Jones, jefa del grupo estadounidense, en la Web Summit celebrada en Lisboa.
Bumble For Friends cuenta con unos 730.000 usuarios activos mensuales en el tercer trimestre de 2024, cifra que aumentó 540% en comparación con el año pasado, mientras que Bumble tuvo una caída del 8% en este indicador durante el mismo periodo, según los datos de la firma especializada Sensor Tower.
Bumble también adquirió en mayo la aplicación Geneva, centrada en la creación de grupos en torno a intereses comunes.
«Este es solo el comienzo de nuestra estrategia para ampliar el espectro de nuestro grupo y ayudar a las personas a formar conexiones en un sentido amplio», detalló Lidiane Jones.
Su competidor Match Group (Tinder, Meetic) presentó en febrero en Estados Unidos Yuzu, una aplicación dirigida a la comunidad asiática que permite elegir entre encuentros amistosos o románticos.
El grupo también ha estado probando desde octubre en Francia un servicio dedicado a la amistad en su aplicación de citas para personas mayores, DisonsDemain, que tiene la intención de consolidar.
Fin de ciclo
Si estos gigantes están invirtiendo en el mundo de la camaradería es porque están siendo cada vez más evitados por el público en su nicho principal: el encuentro romántico.
«Tinder está dirigido a un público joven, entre 18 y 22 años», es decir la generación Z, «un grupo de edad que prefiere hacer encuentros en persona en lugar de en línea», analiza Seema Shah, responsable de Sensor Tower.
La aplicación enfrentó una caída continua de su número de usuarios activos mensuales desde 2021, período de pandemia en el que las citas en línea estaban en auge.
Este desinterés también se refleja en la bolsa.
Match Group constató cómo su valoración se desplomaba más de 40.000 millones de dólares en tres años.
La valoración de Bumble también se desvaneció pasando de más de 20.000 millones de dólares en 2021, cuando se lanzó en la Bolsa de Nueva York, a alrededor de 1.300 millones de dólares.
El grupo reportó una pérdida neta de 849 millones de dólares en el tercer trimestre y anunció el despido de un tercio de su personal en febrero.
«Estamos llegando al final de un ciclo. Ahora la gente quiere más autenticidad y contacto directo», analiza Arthur Czubinski, de 32 años, entrevistado durante una cena organizada por la aplicación francesa Timeleft.
De TripBFF a Timeleft
Muchas empresas emergentes, como WeRoad y TripBFF -que conectan a viajeros solitarios-, Wink o Plura (antes Bloom) -para encontrar amigos según sus intereses-, o Timeleft -que organiza cenas los miércoles con seis desconocidos en un restaurante, apuestan por esta tendencia.
Los usuarios hacen «una prueba de personalidad que incluye unas cuarenta preguntas y que sirve para enriquecer nuestro algoritmo, que crea los grupos», detalla su cofundador Maxime Barbier.
Arnaud Mundviller, de 30 años, que vivía en Montbéliard, en el este de Francia, se inscribió en Timeleft tras una mudanza a París que lo «desarraigó completamente».
«Llegas y no conoces a nadie. No es fácil», cuenta este inspector de finanzas.
Para participar en una cena los miembros de la aplicación deben pagar 12,99 euros (13,80 dólares) o suscribirse a una membresía mensual de unos 20 euros (21,25 dólares) para acceder a todos los eventos.
La fórmula atrae. «Hay mesas que son increíbles», dice Czubinski, de 32 años, traductor, que participó en doce cenas Timeleft en pocos meses.
La aplicación organiza cenas en 280 ciudades de 62 países y está cerca de alcanzar la rentabilidad, según Barbier.
El auge de estas aplicaciones se explica principalmente por el factor novedad, según Seema Shah, quien duda de su modelo económico.
«Dudo que la gente acepte pagar a largo plazo», afirma la experta. «Probablemente sea más fácil hacer amigos en tu vecindario, realizando una actividad o en el trabajo, sin tener que gastar dinero», destaca.