La barbarie desatada por el ejército sionista israelí contra los territorios palestinos de Gaza, Cisjordania y Líbano tiene visos de un genocidio para exterminar a la población palestina y crear nuevos asentamientos judíos siguiendo la criminal política de usurpación de tierras a sus propietarios desde hace miles de años para fundar colonias de ciudadanos judíos extraños, procedentes de los cuatro rincones del orbe.
El conflicto se ha extendido al Líbano, donde con la invasión del ejército sionista está practicando una política de tierra quemada, violando los derechos humanos universales contra localidades palestinas y libanesas. El Estado sionista ha intervenido en Siria bombardeando bases militares y campamentos y practicando una agresiva política guerrerista contra los hutíes de Yemen y la República Islámica de Irán.
En Gaza, gobernada por el movimiento político Hamás, y en los territorios de la Autoridad Nacional Palestina en Cisjordania, Israel está efectuando una limpieza étnica de palestinos según el modelo nazi que ellos sufrieron durante la Segunda Guerra Mundial. Es una violación de los Acuerdos de Oslo de 1993 firmados entre Israel y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), diseñados para dar una solución permanente al conflicto palestino-israelí.
Conocidos como Declaración de Principios sobre las Disposiciones relacionadas con un Gobierno Autónomo Provisional (Declaration of Principles on Interim Self-Government Arrangements) fueron complementados en 2001 con los Acuerdos de Oslo II, o Acuerdos de Taba, península de Sinaí, Egipto (Interim Agreement on the West Bank and the Gaza Strip). Dichos acuerdos preveían la creación de un autogobierno interino palestino, la Autoridad Nacional Palestina (ANP), transfiriéndole los poderes y responsabilidades en Cisjordania y la Franja de Gaza, mediante negociaciones del estatus final que habría de poner fin al conflicto israelí-palestino.
La llegada de los halcones de Benjamín Netanyahu al poder en Israel dio al traste con estas conversaciones. Sumado a ello, la división entre Fatah y Hamás, los dos principales partidos políticos en los territorios palestinos, llevó a la toma de control de la Franja de Gaza por parte de Hamás en junio de 2007. El proceso de reconciliación entre Fatah y Hamás y la unificación de las administraciones de Hamás y Fatah siguen sin finalizar y se considera un conflicto congelado.
A medida que han avanzado los asentamientos judíos en territorio árabe ante la impotencia del Gobierno palestino y la incapacidad de comprometer más a la comunidad internacional, Cisjordania y Gaza han quedado cada vez más desunidas no solo territorialmente, sino también política e ideológicamente, debilitando las opciones de liderazgo y gobierno del presidente palestino, Mahmud Abbas.
Es evidente que solo se puede caminar hacia la creación de un Estado Palestino, y este es un objetivo insoslayable que todas las partes deberán alcanzar tarde o temprano, pero la situación es tan complicada en todos los frentes que no se puede consensuar el camino adecuado para dar pasos firmes hacia la solución definitiva del conflicto.
Después de décadas de enfrentamientos, terrorismo, intifadas, atentados, asentamientos y provocaciones de unos y otros, el conflicto está lejos de amortiguarse. Más aún, ni israelíes ni palestinos ni norteamericanos ni la Liga Árabe encuentran la manera de salir de un lío tras otro que no hace más que bloquear el proceso de paz. En consecuencia, las conversaciones se convierten en un ensayo estéril de ineficacia que profundiza el drama de un conflicto altamente complejo y lo encauzan en un laberinto que parece eterno.
La guerra de Israel contra Hamás, tras el ataque de la milicia palestina el 7 de octubre de 2023, se ha cobrado más de 43,000 vidas y más de 8,000 desaparecidos en la Franja de Gaza, mayormente mujeres, niños, ancianos y ciudadanos indefensos, y amenaza con convertirse en una contienda regional. El conflicto tiene hasta siete frentes abiertos (Gaza, Cisjordania, Altos del Golán, Líbano, Siria, Yemen e Irán) y se ha recrudecido especialmente en Líbano, donde Israel y Hezbolá combaten cuerpo a cuerpo tras la invasión terrestre del ejército hebreo. El posterior ataque de Irán a Israel con 200 misiles abrió una nueva fase en el polvorín de Oriente Próximo.
El 29 de diciembre de 2023 la República de Sudáfrica interpuso ante la Corte Internacional de Justicia en La Haya, Holanda, una demanda contra Israel debido al incumplimiento de las obligaciones contenidas en la Convención de Naciones Unidas contra el delito de genocidio. Israel cuenta con el respaldo de EE. UU. Netanyahu ha dictado sus condiciones a los presidentes de turno Barack Obama, Trump, Biden. La población judía en EE. UU. es un factor de poder, así como las iglesias evangélicas conservadoras que apoyan a Israel.
Estos días arribó a Israel el secretario de Estado de EE. UU., Antony Blinken, él mismo un judío, por undécima vez desde el inicio de la guerra de la Franja de Gaza para respaldar a Israel con el apoyo de EE. UU. y sus aliados. Sin embargo, lo que han comenzado los israelíes como un paseo de campo se ha convertido en una feroz guerra de resistencia de las milicias palestinas, donde está más viva que nunca la causa de la liberación y donde si cae un líder, hay 10 más que se aprestan a sucederlo. Al respecto, el embajador palestino en El Salvador precisó: «Nunca habrá una solución si no se respeta el derecho internacional y el derecho de los palestinos a la autodeterminación. La única victoria posible para los pueblos israelí y palestino es la paz».