El pueblo salvadoreño apoya al presidente Nayib Bukele porque ha tenido éxito en áreas en donde los anteriores gobernantes solo presentaron mentiras y decepciones. El presidente Bukele declaró la guerra contra las pandillas desde el inicio de su gestión y luchó contra los bloqueos lanzados continuamente por ARENA-FMLN desde la vieja Asamblea Legislativa en contra del Plan Control Territorial.
Los partidos tradicionales y sus órganos de propaganda perdieron el control del Gobierno y se dedicaron a atacar todos los esfuerzos del presidente Bukele para sustituir el viejo esquema de corrupción y saqueo del Estado que implementó ARENA hace tres décadas y que luego mantuvo el FMLN, llevándolo, incluso, a mayores niveles de perversión.
Uno de esos modelos era la administración del sistema nacional de cárceles, el cual entregaron a las pandillas, que con ello se fortalecieron. Los grupos criminales convirtieron las prisiones en sus centros de mando para dirigir asesinatos, extorsiones y el tráfico de armas, personas y drogas.
En lugar de ser centros de castigo por sus crímenes, los pandilleros disfrutaban de orgías con alcohol, drogas y prostitutas, además de disponer de televisión por cable, consolas de videojuegos y toda clase de lujos que el dinero malhabido podía comprar.
Mientras tanto, los ciudadanos vivían sometidos al terrorismo impuesto por las maras y avalado por los gobiernos de ARENA-FMLN. Los grupos que controlan esos partidos ganaron millones de dólares con este esquema perverso, tanto por la inseguridad —que significó exorbitantes contratos para agencias de seguridad— como por la corrupción en obras públicas, evasión de impuestos, contrabando y todo tipo de corrupción.
El Plan Control Territorial supuso el inicio del fin tanto del modelo de negocios turbios de ARENA y del FMLN en las cárceles como del desmontaje de las pandillas.
Por esta razón, ARENA-FMLN y sus aliados se opusieron a aprobar créditos para armar a la PNC y al Ejército de manera adecuada para la guerra contra las pandillas.
Cuando, por decisión soberana del pueblo, los decadentes partidos políticos fueron relegados a la irrelevancia, el presidente Bukele tuvo el apoyo suficiente en la Asamblea Legislativa para implementar a plenitud el Plan Control Territorial.
Mientras se capturaba a millares de pandilleros durante el régimen de excepción, el Gobierno construyó el Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot), la cárcel de máxima seguridad más grande del continente, con capacidad para 40,000 reos.
El 60 % de los mareros detenidos durante el régimen de excepción será enviado a esta prisión, en donde pagarán por los daños ocasionados a la sociedad. Nada de fiestas ni organización de crímenes. Solo castigo.