Más allá de identificar el origen histórico de la Navidad y discusiones que podrían suscitarse con respecto a si es una época espiritual o más bien comercial fomentada para estimular las ventas, me gustaría que usted pueda recordar las Navidades de su niñez, aquellos verdaderos momentos en que los vientos del norte se dejaban sentir en el ambiente y le permitían ponerse un suéter; el aroma a los tamales, la gallina india, los sándwiches, panes con pollo, pavo o el tradicional chompipollo; las reuniones con la familia, el momento de los abrazos, entre ellos, algunos que extrañaremos por toda la vida; para algunos, los estrenos… en fin, tantos recuerdos. Espero con toda honestidad que este año haya sido lo mejor posible para usted y lo invito a que, si fue difícil, pueda dedicarse a encontrar algo positivo que le haya dejado, con toda certeza sé que lo encontrará. Si en este año ha tenido que despedirse de algún ser querido, le expreso mis condolencias y le animo a que pueda agradecer a Dios por los bellos momentos y por los aprendizajes que tuvo con esa persona.
Las emociones guardan una gran relación con nuestra memoria; es más, si usted realiza un ejercicio, podrá identificar que entre los recuerdos que guarda encontrará información que le es necesaria para su vida diaria y luego aquellos momentos que estuvieron matizados con emociones agradables o desagradables; por ahí hay un dicho que dice que «recordar es volver a vivir», y es muy cierto.
También es cierto que si sus recuerdos son principalmente positivos o vinculados a emociones positivas y usted los frecuenta, estos dibujarán sonrisas y esperanza en su rostro; por lo tanto, en vísperas de la Navidad quiero hacerle una invitación, y es que usemos la época como el pretexto para generar recuerdos positivos en los seres que amamos y en general en las personas que están a su alrededor. Está claro que esto debería hacerse siempre, pero podemos comprometernos a iniciar en este momento. Escriba su propio cuento de Navidad sin que lo visiten los fantasmas de las Navidades pasadas, presente y futuras.
Así que si usted puede planear algo especial, por pequeño que pueda parecer, podría convertirse en un gran recuerdo a futuro; si puede regalar algo en estas Navidades, hágalo y acompáñelo de una gran expresión de afecto; si no puede, no se preocupe, no se culpabilice, tampoco sufra constantemente o se endeude por satisfacer ese deseo o por esa necesidad de no tener esa sensación de haber fallado, no lo ha hecho, todos tenemos malas rachas. Explique que en estos momentos no es posible entregar ese regalo y sea creativo para encontrar palabras de aliento y cariño, gestos de afecto y amabilidad, interés sincero por las personas, sonrisas y buenos momentos vividos con calidad. Siembre semillas de valores y cosechará grandes comportamientos, grandes personalidades, no se guarde nada; enseñe a sus hijos y seres queridos a ser respetuosos y empáticos con las personas y a encontrar un sentido más humano a la Navidad.
En un inicio será un poco difícil y probablemente habrá personas que le generen cierta resistencia, no es extraño, pasa siempre que usted emprende algo nuevo, pero recuerde que usted puede contribuir a aportar valor a sus seres queridos, después de todo qué es la vida sino esos bellos momentos que vivimos y disfrutamos con nuestros seres queridos, que posteriormente valdrán la pena ser recordados. Hágalo, pero, sobre todo, pase una muy feliz Navidad.