El 90% de las 400 hectáreas del Jardín Nacional Botánico de Viña del Mar, a 120 km al noreste de Santiago, fue consumido por el fuego en uno de los incendios forestales más mortíferos del último siglo.
Su director, Alejandro Peirano, se prepara para un retorno de las llamas.
«Sí o sí vamos a tener un incendio. Eso lo tenemos claro», dijo a la AFP, bajo uno de los árboles que sobrevivió a las llamas.
Pero de cara a una nueva temporada de incendios forestales que las autoridades prevén intensa debido al aumento de las temperaturas, el parque comenzó a prepararse para enfrentar de mejor manera el fuego.
Instaló una nueva «línea de batalla» con árboles nativos de bosques de climas mediterráneos, como el litre, el quillay y el colliguay.
«La idea es poner las especies que se queman más lento, de frente en la línea de batalla (…) para que los incendios, que se van a producir, no avancen tan rápido», afirma el director del Jardín Botánico.
El calor y las intensas ráfagas de viento el día del incendio, el 2 de febrero de 2024, en pleno verano austral, propagaron rápidamente las llamas también por cerros y villas pobladas de Viña del Mar, y dejaron un total de 136 muertos y 16.000 damnificados.
Diseñado en 1918 por el arquitecto francés Georges Dubois, el parque contaba con 1.300 especies de plantas y árboles, entre ellos cipreses de montaña, palmas chilenas y cerezos japoneses. Era el hogar de una fauna silvestre de marsupiales, zorros grises, hurones chilenos, así como de muchas aves.
Algunos de sus árboles procedían de semillas que resistieron a la bomba atómica de Hiroshima en 1945.