Debido a la crisis sanitaria, la amplia mayoría de los representantes de los 22 países del bloque de países latinoamericanos y de la península ibérica intervendrán de forma telemática en la cita en Soldeu, una localidad de este microestado europeo ubicado entre España y Francia.
En la plenaria, que comenzó con un minuto de silencio por las víctimas del covid-19, participan en definitiva trece de los diecinueve mandatarios latinoamericanos. Se excusaron los presidentes de Brasil, El Salvador, México, Nicaragua, Paraguay y Venezuela.
Aunque su presencia fue confirmada en un primer momento, el venezolano Nicolás Maduro será sustituido por su vicepresidenta, Delcy Rodríguez, indicó a la AFP la secretaria general iberoamericana, Rebeca Grynspan.
Su posible intervención había generado polémica, toda vez que su legitimidad es cuestionada por buena parte de los otros países participantes.
Sí hablará el cubano Miguel Díaz-Canel,recién elegido primer secretario del Partido Comunista de Cuba, el máximo cargo del país.
De forma presencial solo asisten los presidentes de Guatemala y República Dominicana, en calidad de anfitriones de la anterior y la próxima cumbre, así como los jefes de gobierno de Andorra, Portugal y España, también representado por el rey, Felipe VI.
«Fracaso»
Uno de los temas clave de esta reunión, que marca tres décadas de estos foros políticos iberoamericanos desde su fundación en 1991, será el acceso a las vacunas contra el coronavirus, cuya administración sigue siendo muy baja en América Latina, con menos del 10% de la población vacunada.
Precisamente la inequidad en su distribución desató críticas de algunos mandatarios en los eventos previos a la cumbre.
«Un pequeño grupo de países tienen todas las vacunas y la gran cantidad de países no tenemos acceso a la vacuna», lanzó el martes el presidente de Guatemala, Alejandro Giammattei.
«El sistema Covax ha sido un fracaso», afirmó Giammattei, en referencia al mecanismo instaurado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para una distribución equitativa de las vacunas, que ha sufrido retrasos y ha entregado solo tres millones de dosis a una América Latina con más de 600 millones de habitantes.
«Todos sabemos que para tener una recuperación global, (…) no habrá seguridad hasta que todos estemos vacunados», advirtió el mandatario costarricense, Carlos Alvarado, en un evento sobre el «tratado internacional sobre las pandemias» que promueven 24 países y la Organización Mundial de la Salud.
Ante esta situación, América Latina ha recurrido a otras vacunas, como la rusa Sputnik V, aprobada en más de 10 países de la región y que comenzará a producirse en Argentina.
El presidente del gobierno español, el socialista Pedro Sánchez, anunció que su país «donará, en cuanto sea posible, vacunas a América Latina», pero sin especificar el número de dosis.
Financiación postpandemia
«El covax no es un fracaso, pero podría funcionar mejor», reconoció este miércoles a la AFP Rebeca Grynspan, quien afirmó que de la cumbre saldrá «un llamado muy fuerte, con una voz política muy robusta, para pedir efectivamente una distribución mucho más equitativa y universal de las vacunas».
Un deseo ferviente en América Latina, la segunda región más enlutada del mundo con más de 873.000 fallecidos y 27,4 millones de contagios (con el Caribe incluido), y que vive de nuevo una situación sanitaria grave, con récords diarios de muertes y contagios en varios países.
La cumbre busca también respuestas para la recuperación postpandemia, tras la debacle económica en 2020, cuando América Latina vio su PIB desplomarse un 7% y sus indicadores en pobreza y pobreza extrema perder décadas de avances.
«De esta crisis de la pandemia no podemos pasar a una crisis financiera que puede desestabilizar socialmente a muchos de nuestros países», alertó el martes el presidente dominicano, Luis Abinader, en medio de temores de que la situación derive en una nueva «década perdida», como la de los ochenta en la región.
Para allanar el camino a la financiación, la cumbre respaldará el aumento de los Derechos Especiales de Giro (DEG) del FMI, que significarán 70.000 millones de dólares adicionales para América Latina, y además planteará que los países desarrollados puedan ceder sus DEG a otras naciones más necesitadas.