El primer simulacro de las elecciones del 28F dejó más dudas, incertidumbre y preocupaciones que certezas del respeto de la voluntad del pueblo salvadoreño. Hubo problemas en la transmisión del 98.4 % de las actas del ejercicio del Tribunal Supremo Electoral (TSE), que llevó a cabo la prueba días después de haber sustituido al coordinador de informática, quien denunció que había una serie de irregularidades que no podrán resolverse en los 20 días que faltan para las elecciones.
El TSE gastó millones de dólares para comprar la tecnología que usarán en las juntas receptoras de votos (JRV), pero no ha funcionado. Entre los fallos detectados hay computadoras desconfiguradas y sin la capacidad de enlazar con la red inalámbrica para transmitir e incluso hay centros de votación en los que ni siquiera hubo energía eléctrica.
Llama poderosamente la atención que sean hoy diputados como Mario Ponce, del PCN, y René Portillo Cuadra, de ARENA, los que ahora salgan en la defensa del sistema que utilizará el TSE para contar los votos, cuando han sido los partidos tradicionales los que se habían opuesto al uso de tecnología en las mesas de votación. Ahora que lo hacen, implementan un sistema que no funciona. ¿Por qué les asusta tanto contar como siempre se ha hecho, es decir, de manera manual?
El coordinador de la comisión de informática que fue destituido con el voto de todos los magistrados del TSE —excepto con el de la presidenta, Dora Martínez— había señalado desde principios de año que no había condiciones para usar esa tecnología.
El 8 de enero envió un informe en el que decía que los 52 días que faltaban entonces para las elecciones del 28F no eran suficientes para estar plenamente listos para que el sistema funcionara. Habló de graves carencias y de falta de equipos de respaldo. De hecho, el pasado domingo la presidenta del TSE dijo que lo mejor es volver al conteo manual, dada la situación.
Lo más importante de una elección es el respeto de la voluntad popular por medio de instituciones creíbles, con sistemas adecuados y eficientes. Un resultado incierto la noche de las votaciones no será bueno para el país, porque generará zozobra, y ese es el caldo de cultivo para la desconfianza.
La voluntad de los ciudadanos salvadoreños se debe respetar, y el TSE es el llamado a garantizarla. Los ojos de millones de personas estarán puestos sobre los magistrados electorales y sus funcionarios.