«Hasta ahora, 32 personas perdieron la vida. Cuarenta y dos [heridos] volvieron a Gwoza», declaró Shettima durante una visita a un hospital de Maiduguri, la capital del estado de Borno, donde están ingresados algunos heridos.
Un balance anterior de los servicios de emergencia locales daba cuenta de 18 muertos.
Gwoza fue el blanco de cuatro atentados suicidas casi simultáneos el sábado, de los cuales al menos tres fueron cometidos por mujeres kamikazes.
El grupo yihadista Boko Haram ocupó en 2014 Gwoza, una ciudad de casi 400.000 habitantes, y declaró allí un califato. El ejército nigeriano recuperó la ciudad con la ayuda de las fuerzas de Chad en 2015, pero el grupo yihadista continúa lanzando ataques desde las montañas en la frontera con Camerún.
Estos ataques, que por ahora no fueron reivindicados, recuerdan a los habitantes que Boko Haram sigue presente, en especial en el noreste nigeriano.
Los atentados suicidas siempre han sido el modus operandi de los combatientes yihadistas en su lucha armada para establecer un califato en el noreste del país, pero en los últimos tiempos los combatientes optaron por otro tipo de acciones como secuestros, matanzas o saqueos.
