Uno de los grandes temas relacionados con internet es la privacidad. Seguramente hemos escuchado a alguien cercano sorprenderse por cómo una red social nos muestra anuncios o contenido relacionado con algo de lo que estuvimos hablando recientemente, y surgen comentarios de que los teléfonos nos escuchan.
Hace unos meses visité a uno de mis hermanos en Maryland, y al regresar a El Salvador me salían ofertas en el correo y anuncios en mis redes sociales del supermercado de la zona donde él vive, es grande en el lugar, pero no es de los grandes de EE. UU., jamás hablamos del supermercado, jamás me metí a Google o a ningún lado para buscar cosas relacionadas con él.
Me dedico a la privacidad y seguridad informática, así que les voy a contar qué es lo que pasa.
Primero: sus aplicaciones de redes sociales o su teléfono no los están escuchando. Esta teoría conspirativa ha sido desacreditada muchas veces. Y, francamente, no lo necesitan, pues todo lo que les damos sin pensarlo es mucho más barato y más poderoso.
Las aplicaciones que usamos recolectan un montón de información de nuestro teléfono. Nuestra identificación única del aparato, nuestra ubicación e información demográfica, eso es bien sabido.
Los agregadores de datos son empresas que recopilan y comparten datos comerciales con una multitud de fuentes, incluidos Facebook, Twitter, Google, etcétera. Estos agregadores pagan por obtener datos de todos lados; sí, todos lados. Cuando ocupo un cupón para que me lleven los «chorys», cuando ocupo el descuento en el almacén, uso el internet gratis del centro comercial o compro por internet. Todo eso son datos que se venden y compran.
Lo más loco es lo siguiente: si mi teléfono está regularmente en la misma ubicación GPS que otro teléfono, eso queda registrado y comienzan a reconstruir la red de gente con la que estoy en contacto regular. Los anunciantes pueden hacer referencias cruzadas de mis intereses, mi historial de búsqueda y compras de todos los que están a mi alrededor, y comienza a mostrarme cosas: anuncios, personas que podría conocer en redes y más basándose en la gente que me rodea y con la que me relaciono regularmente. Amigos, familia, compañeros de trabajo o de deportes. Me muestra anuncios por cosas que no quiero, pero conoce a alguien de mis contactos regulares que sí las quiere. Y ahí comienza el efecto subliminal para hablar de, qué se yo, ese súper que visitamos en Maryland.
Nunca fue necesario escucharme, solo comparan la información de los agregadores. Así que saben al súper al que va mi hermano, saben que lo visité, saben cuál es mi Facebook, mi Twitter, mi Instagram y mi perfil de Google. Ahora me salen anuncios del súper de mi hermano. Y así como regalamos nuestra data en internet, sin darnos cuenta, esta puede ser usada también con la gente que nos rodea, conocidos y desconocidos, y de esa forma, moldearnos