Hace unos días, el presidente Nayib Bukele le mostraba al mundo el Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot), el recinto final para todos los integrantes de estructuras terroristas, un proyecto aplaudido por la gran mayoría de la población y rechazada por los mismos de siempre (ya saben quiénes son).
Tras ser parte del sistema de seguridad pública durante muchísimos años, no tengo que recurrir a estudios de entidades que no han convivido con la problemática de la violencia en las últimas décadas; y con criterio propio con base en hechos, experiencias y datos fehacientes, me he tomado con un gran agrado el anuncio de la cárcel más grande del continente; sin embargo, comencé a leer algunas de las opiniones o «argumentos» (que carecen de la estructura para llamarse de esa manera) de algunos opositores. Entre los más destacables estaban algunos como «felicidades por ser conocidos por tener la cárcel más grande y no la universidad más grande» y analogías similares. En un principio me dio risa, porque vamos a ver estos puntos: ¿es posible invertir a gran escala en educación y en rubros que no sean la seguridad cuando enfrentas la problemática de violencia más grande sobre la faz de la Tierra? Veamos. En el escenario que pintan se crea una universidad, que termina siendo asediada por las pandillas, alumnos muertos y otro proyecto condenado al subdesarrollo, porque se seguiría en la proyección de manejar la violencia.
Priorizar las bases de un país sin el cáncer de las estructuras terroristas no es algo que se logra en menos de un año de haber comenzado la cruzada final contra estos grupos, los opositores lo saben y desgastan hiel en opiniones que evidencian su carencia de creatividad para buscar detracciones y sus falencias argumentativas para sustentar su posición, pues no verán más que respuestas que en debate conocemos como falacia «ad hominem», donde se ataca al orador y no al argumento, un recurso de debilidad que al evidenciarlo causa más silencio que un cementerio o la verborrea de un trol pagado que debe ganar su salario contestando de alguna manera.
Está claro que el país no podía continuar ni avanzar con las pandillas lactando de la clase media y la clase trabajadora, y que parte de la solución sacándolos de las calles también es ubicarlos en donde puedan ser controlados y mantenidos lejos de la sociedad. Cuando enfrentas un problema social con más de 100,000 implicados en estructuras terroristas desde miembros, colaboradores y financistas, no puedes darte el lujo de tomar medidas flojas y débiles, debes ser decidido e implacable.
Este proyecto será un punto y aparte en la historia salvadoreña donde decenas de miles de personas honradas perdieron la vida por culpa de los terroristas, otros cientos de miles huyeron a otros países, ahora pasarán el resto de su tiempo en lugar adecuado para sus estándares de violencia y trastornos antisociales, dejando libre el camino para que ahora verdaderamente la educación, la salud y el comercio puedan florecer como no habían podido hacerlo antes.
Una mujer de una colonia de Soyapango sacó una plancha para echar pupusas, me acerqué y le pregunté:
¿Qué tal? ¿Hoy sí a echar pupusas con todo?
Hoy sí, mire, respondió.
¿Y qué opina de la oposición, que está descontenta con el nuevo penal?
Al fin la ganancia de las pupusas me quedará a mí y mis hijos, había dejado de hacer porque me cobraban mucho los muchachos. Esa gente que le pagan por criticar son como cucas sin cabeza, no se mueren hasta que ya no pueden comer a los días.
El nombre científico de dichas cucarachas es «Blattodea».