El revuelo a escala internacional a partir del anuncio de los bonos bitcóin ha sido estratosférico. Al parecer, siguen existiendo opiniones encontradas en cuanto a la actual gestión del presidente Nayib Bukele; sin embargo, el camino que algunos proponen no varía de la decisión actual del Gobierno. De hecho, es lo mismo; tanto el acuerdo con el FMI como la emisión de bonos bitcóin siguen constituyendo financiamiento.
El meollo del asunto radica en la fuente de financiamiento: el opositor promedio estaría encantado con la deuda que se adquiriría por medio del FMI, aunque le desagrada que el Gobierno diversifique las fuentes de financiamiento mediante criptomonedas. Se ataca tanto el rendimiento como el cupón que se pagará a los inversionistas que compren el bono tokenizado, como si ignoraran (cuestión que no es así) que el financiamiento de los bonos soberanos en los mercados tradicionales, al menos por ahora, es excesivamente caro.
Si el rendimiento sube, el valor del bono cae; es una relación inversamente proporcional. Por lo tanto, el Gobierno intenta reducir el costo de financiarse con criptomonedas. Si las empresas diversifican las fuentes de financiamiento (o sea, deciden en qué momento es más oportuno financiarse mediante la banca y en qué momento conviene financiarse por medio de la bolsa de valores), ¿por qué no puede el Gobierno salvadoreño elegir con quién, cuándo y cómo financiarse?
Ahora bien, el dólar pasa por un mal momento desde hace ratos. Lo más sensato es aumentar la exposición a criptomonedas, específicamente al bitcóin, porque es una reserva de valor que no controla ningún gobierno ni ningún organismo multilateral, lo que reduce cualquier riesgo sistémico en cuanto a que no estaríamos supeditados a los acontecimientos macroeconómicos de Estados Unidos que repercuten directamente en el dólar, siendo el dólar la divisa de reserva mundial por ahora. El escenario geopolítico está claro y quien no comprenda que las fichas se están moviendo corre el peligro de un jaque mate.
Por otra parte, es indiscutible que el bitcóin ha sido el activo más rentable durante los últimos 10 años, y eso que apenas tiene 12 años de vida, y ya destronó al resto de los valores refugio del mundo. El bitcóin es el dinero democrático real.
Los bonos soberanos de nuestro país han tenido una tendencia bajista por motivos que simple y sencillamente no se podían omitir: cada cambio hecho en el Órgano Judicial fue constitucional legitimado por la mayoría más que calificada de parlamentarios estableciendo la debida correlación de fuerzas. Todo es constitucional. Nuestro país no ha hecho más que diversificar constitucionalmente las fuentes de financiamiento para disminuir el riesgo de depender única y exclusivamente de un organismo multilateral. ¿No haría lo mismo un empresario si quiere que su compañía sea rentable?