Se reconoce que Estados Unidos jugó un papel bien importante en los años de la Guerra Fría; sin embargo, solo significó un enfrentamiento ideológico y político entre dos superpotencias tratando de imponer sus hegemonías en el mundo, lo cual fue permitido por el derrumbe de Europa como potencia global después de la Segunda Guerra Mundial, cediendo su lugar a los dos países que vencieron a los nazis, Estados Unidos y la Unión Soviética.
Una representaba al bloque occidental-capitalista, y la otra, al bloque del este, oriental-comunista. Durante décadas compitieron por extender su influencia en muchas áreas, tanto política, militar y económica como ideológica, finalizando este conflicto (en 1989) con la crisis del socialismo y la caída del muro de Berlín y la separación de la Unión Soviética, que llevó a la independencia de 15 países.
Aunque la Guerra Fría terminó, Rusia, el país más importante de la antigua URSS, sigue rivalizando con Estados Unidos para extender su influencia global. Ambos gobiernos tratan de mantener su autoridad y para conseguirlo se posicionan en conflictos internacionales.
Por otra parte, los conceptos del imperialismo hegemónico estuvieron muy en boga durante esas décadas como una forma de describir la superioridad, la dominación y la influencia que se percibe sobre un grupo de países, desarrollándose más que por razones ideológicas por razones de carácter comercial y financiero, que en algunos de los casos se ejercía ese dominio por la fuerza militar, económica, cultural y política, o en la ocupación militar de zonas geoestratégicas, basándose en algunos de los casos en una supuesta superioridad racial o cultural.
En el caso del chavismo, no entra la figura de un presidente ni de una mesa de dirección, solo es una forma chavista de hacer política; más que un Gobierno, es un movimiento político que tiene como narrativa promover una revolución bolivariana, radicalmente innovadora con un nuevo relato de esperanza para el pueblo venezolano, declarándose antiimperialista y buscando construir tratados de cooperación entre países de Latinoamérica y el Caribe y, por otra parte, su error más grande: condenar el sionismo.
Sin embargo, desde 2013 se inicia una profunda crisis económica en Venezuela, como consecuencia de la caída de los precios del petróleo, las expropiaciones y las restricciones del control de cambio de la moneda y un extremadamente bajo salario mínimo, lo cual catapulta a Venezuela a ser uno de los países con el peor desempeño económico en el mundo en los últimos años. La implementación de políticas redistributivas terminó por perjudicar a sus propios beneficiarios mostrando su insostenibilidad en el largo plazo.
De acuerdo con estos análisis, podemos establecer de manera objetiva que el Gobierno del presidente Bukele no está afincado a ninguna política de esta naturaleza, ni chavista ni antiimperialista. Este es un Gobierno que su único objetivo es lograr el desarrollo de un país en un contexto de libertad y soberanía, estableciendo una democracia que lleve bienestar social a la población. En ese sentido, podemos considerar al presidente Bukele como un líder nato, que ha sido capaz de trazar un objetivo de país y crear confianza en la población con su proyecto de desarrollo y reconstrucción de país, tanto social como económico, sin sesgos ideológicos. Un líder nato extremadamente efectivo piensa en todos los detalles de los acontecimientos y posee una confianza que inspira a otros a seguirlo.
Por lo general, este tipo de líderes procura siempre obtener la mayor información posible cuando trabaja un proyecto, trata de cambiar lo malo y mejorar lo bueno, maneja bien el trabajo bajo presión y lucha por sus ideales, maneja bien la contingencia; si un plan falla, ya tiene otro preparado, hace uso del entusiasmo para motivar a su equipo a llegar a las metas, es inteligente y no es que tenga conocimiento sobre todos los temas, sino que es capaz de afrontar cualquier adversidad utilizando las estrategias necesarias; por lo tanto, la política de desarrollo de país del presidente Bukele no es ni chavista ni antiimperialista, solo tiene las características de un líder nato que busca el crecimiento económico de un país basado en una democracia participativa y el fortalecimiento de una soberanía que coadyuve al bienestar y a la seguridad social, con el acompañamiento y la confianza de toda una población.