En Sensuntepeque el fútbol es una religión y el Polideportivo su santuario. Este domingo, mientras las calles pintaron desoladas, la hinchada de Cabañas se congregó en los graderíos y tras la tela metálica para empujar a los toros que guerrearon como espartanos para hacerse con el título de la Liga Nacional de Fútbol (LNF), Copa Tigo Sports. No gritaron gol, pero sí el cetro de campeón a todo pulmón.
Entre la batalla y la celebración solo hubo 90 minutos, pero fueron tan largos como cortos según la trinchera de posición: a Cabañas le bastaba concluir el juego y mantener la portería en blanco para destapar la champaña y brindar con los más de tres mil aficionados presentes, y los pumas apelaban a descorchar la lata y alargar el partido.
A partir de esas premisas el conjunto occidental salió desbocado en ataque. En la delantera apostó por el olfato goleador y la experiencia de Raúl Peñaranda y Yefferson Palacios, y atrás se resguardó en portería con Matías Coloca, que inicialmente con su equipo volcado en ofensiva tuvo aflictivas salidas para cerrar los espacios a una artillería local que apostó más por la contra.
Con menos posición de balón, Cabañas consiguió hilvanar al menos tres llegadas claras en el primer cuarto de hora, sus aproximaciones no alcanzaron para que la marea afinara las gargantas y gritara gol. En ese lapso la visita apenas había inquietado la zaga comandada por el cafetero, Julio Galindo, pero después tuvieron que encomendarse a los guantes de Francisco Saravia, para no ver tumbada su cabaña.
Primero sacó sobre el travesaño un pelotazo largo que amenazaba acabar en el fondo de la red, y justo al cierre del primer tiempo voló para quitar un gol cantado emanado de un cabezazo de Palacios.
En la vuelta a las acciones el duelo se pintó tedioso: Cabañas se preocupó más por aguantar el cero, pues acariciaba la ventaja del 0-1 que consiguió en su visita al Óscar Quiteño en el partido de ida la semana pasada. Santa Ana cayó también bajo la presión del cronómetro y la ansiedad no le permitió claridad.
Transcurrió el tiempo y el gol nunca apareció, pero la fiesta no faltó. Cabañas hizo los méritos suficientes a lo largo del torneo: apenas perdió un juego en la fase regular y acabar en blanco con el título en manos, es algo que su afición perdonó y al mismo tiempo premió con su masiva presencia.
En la última jugada del partido, como parte de la frustración santaneca, Matías Coloca fue a un tiro de esquina para hacer número en el área contraria, pero el portero argentino solo provocó una gresca que dilató el grito de campeón de los toros, que ya tenían en la bolsa del traje la primera estrella de la Liga Nacional de Fútbol.