El tema de la reelección presidencial ha generado mucha controversia en la actualidad, y no es para menos, pues es el rumbo del país el que está en juego.
Desde antes del pasado 15 de septiembre, en que el mandatario Nayib Bukele anunció oficialmente su participación como candidato presidencial en las elecciones de 2024, donde expresó: «Después de discutirlo con mi esposa Gabriela y mi familia, le anuncio al pueblo salvadoreño que he decidido que seré candidato a la presidencia de la república», se han dividido opiniones; por una parte, la oposición ha intentado hacer creer que de ser electo sería inconstitucional, catalogándolo como un gobierno autoritario y populista; sin embargo, la opinión pública lo ve con buenos ojos, y que valga la aclaración, somos mayoría, denotando gran respaldo a dicha decisión, asegurando que se debe dar continuidad a la transformación que el país está mostrando bajo la administración actual y, por supuesto, recalcando el trabajo integral y apoyo que como nueva Asamblea Legislativa estamos brindando para que se ejecuten esos cambios.
El pueblo salvadoreño está claro en que el país está en la dirección correcta, y debe continuar así.
En vista de lo antes mencionado, muchas casas encuestadoras han arrojado resultados a favor de la reelección del mandatario, y es que nueve de cada 10 salvadoreños lo apoyan, pese a la desinformación brindada por partidos contrarios al gobierno.
Es importante considerar que la oposición tiene una interpretación arbitraria, obviamente a su conveniencia, y dejan de lado la soberanía popular, la democracia, que es la que está en juego en dicha postura, y además han olvidado el fallo emitido en 2021 por la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, donde habilita la reelección, puesto que se establece que el Tribunal Supremo Electoral deberá avalar que una persona que ejerza la presidencia y no haya sido presidente en el período inmediato anterior participe en la contienda por segunda vez; sin embargo, no se detalla la permanencia automática en el cargo, ya que esa precisamente será única y exclusivamente decisión del pueblo salvadoreño. En otras palabras, el argumento es que un presidente puede estar 10 años en el cargo, y como el mandatario Bukele es presidente de 2019-2024, no ejerció el cargo en el período anterior 2014-2019, por lo que dicha prohibición no recae para él, sino solo si buscara un tercer período.
Y es que por todos los lados que analicemos esa postura llegamos a la conclusión de que es muy evidente el sentir del pueblo salvadoreño, y menciono pueblo porque somos mayoría los que estamos con la plena convicción de que las buenas acciones deben continuar, y podemos enumerar los cambios impresionantes que nuestro Pulgarcito de América ha tenido bajo la administración actual: mejoras en infraestructura vial, salud, educación, agricultura, turismo, economía, y lo que más se destaca incluso fuera de nuestras fronteras patrias es el buen manejo que se le ha dado a la pandemia por la COVID-19, y principalmente el duro golpe que se está dando a los grupos criminales, lo que ha generado la tan anhelada paz y tranquilidad que gobiernos anteriores no pudieron brindar y se enfocaron solo en prometer y prometer, pero nunca tuvieron la voluntad real de velar por el bienestar de la nación, simple y sencillamente porque lo único que los movía eran intereses personales. Muy lamentable. Y esa es la razón por la cual el pueblo da el aval para que el presidente Bukele se postule una vez más.
Algunos dizque especialistas han criticado duramente tal decisión y lo quieren hacer ver como que el mandatario no tiene frenos al poder político; sin embargo, a mi criterio, yo acompaño la decisión del pueblo y retomo parte de lo que dicen los dizque especialistas: yo sí pienso que Nayib Bukele no tiene frenos, pero no tiene frenos para el desarrollo del país, y eso es lo mejor que nos ha podido pasar como nación.
El amplio respaldo que el mandatario tiene de parte de la población se lo ha ganado a pulso, y esto a pesar de las críticas que también ha recibido de la comunidad internacional, pero estamos convencidos de que no se puede atar ni restringir la voluntad de todo un pueblo que añora seguir viendo la prosperidad y el desarrollo de nuestro querido El Salvador.
Personalmente, no quiero regresar a aquel tiempo cuando éramos etiquetados como el país más peligroso de la región, sino que quiero seguir en el país que es un referente a escala mundial por todo lo bueno que se está haciendo en él.