Durante la época seca, los ríos pequeños se convierten en quebradas, y estas terminan desapareciendo. Los únicos ríos que se mantienen con flujos de agua son los más grandes, como el Lempa, el Goascorán o el Grande. Esta pérdida de agua es fácil de comprobar a simple vista, pero también es corroborada por los especialistas.
Luis González, miembro de la Unidad Ecológica Salvadoreña (UNES), asegura que la pérdida de caudal se ha intensificado en las últimas tres décadas, pero la situación se ha vuelto crítica en los últimos cinco años, es decir, desde 2015.
«En los últimos 30 años, todos los ríos del país han bajado su caudal; es decir, la cantidad de agua que transportan. El promedio de acceso al agua es de 2,700 metros cúbicos por persona al año. Sin embargo, en los últimos años la situación ha sido cada vez más aguda», comentó González.

Algunas de las razones por las que los ríos pierden su caudal se deben a la deforestación y a los niveles de contaminación en las aguas, pues, al contar con menos árboles, el agua no se filtra en el suelo y se desliza sobre la superficie, lo que causa derrumbes, un problema que se ha vuelto más común en las últimas estaciones lluviosas.
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En ese sentido, al perder su caudal, el río también disminuye su capacidad de depuración natural, que es un proceso a través del cual el cuerpo de agua elabora mecanismos de eliminación de sustancias dañinas y contaminantes.
«Los ríos depuran los contaminantes biológicos, incluso los restos de heces fecales. Por ejemplo, el río Acelhuate transporta diariamente unas 600 toneladas de heces fecales, pero la dinámica del río las va depurando», dijo González.
El especialista añadió: «Un ejemplo de este proceso es la cantidad de ninfas que se forman en algunos cuerpos de agua, ya que se encargan de convertir las heces fecales en biomasa; es decir, la naturaleza busca la forma de depurar los contaminantes biológicos», explicó González.

Las ninfas surgen como efecto natural a la contaminación, pues toman la contaminación por potasio o heces hasta convertirla en biomasa. Sin embargo, en la época seca, el problema se exacerba porque la capacidad natural que tiene el río de depurar el contaminante va disminuyendo a medida baja el caudal.
Esto afecta a la población que vive en los alrededores de los ríos, especialmente a aquellas que viven de la pesca, pues la disminución del caudal también genera una pérdida de las especies, especialmente las que viven en los manglares y que necesitan una dinámica entre agua dulce y salada.
En la época seca, cuando llega menos agua dulce, los manglares se empiezan a secar, y esto afecta a especies como camarones, cangrejos y curiles. Otro de los factores de disminución del caudal está relacionado con los efectos del cambio climático a escala local y mundial.
Según González, uno de los cambios más significativos es la acumulación de lluvias en períodos cortos, y largas temporadas de sequía. «En El Salvador, el reflejo de este cambio climático es que el agua que antes caía en un temporal de dos semanas hoy cae en una hora. Hay una acumulación acelerada de agua. Como no hay árboles, el agua no se filtra y corre, lo que genera desbordamientos», concluyó González.
Algunas de las acciones más accesibles que puede llevar a cabo la población para evitar la pérdida de caudal es la reforestación de las cuencas de los ríos y evitar la contaminación causada por los plásticos, pues estos provocan la pérdida del fondo natural del río.