Con danzas alegres y solemnes se celebró el II Festival de Danza Israelí. El evento, organizado por la Fundación Pablo Tesak, la Cámara Israel-El Salvador de Comercio e Industria y la Escuela Internacional de Arte y Danza Bezaleel, tuvo lugar en el Teatro Yulkuikat, ‘canto del corazón’.
El festival coincidió con la celebración judía Hanukkah o Janucá. Las danzas folclóricas o rikudim son propias de la cultura israelí y el recital contó con un programa adornado por ellas, por la gracia de las alumnas de la escuela de danza, el brillo y los colores de los vestidos.
Una oración y un pequeño drama fueron parte de los actos de apertura del festival; luego, las danzas, con las que homenajearon la cultura israelí.
«Jerusalén de oro, de bronce, plena de luz, yo quiero ser un instrumento de tu cantar», repetía el coro de la primera danza. Luego vinieron otras instrumentales o en hebreo, como «Shivity», «Naale Naale», «Adama», «Am Israel», «Heya Heya» y «Melej Ha Olam».
Entre los asistentes estuvo la consulesa honoraria de Israel en El Salvador, Ildiko Tesak, quien aplaudió el fomento de la cultura tanto en la fundación como por medio de la escuela.
«Cada ser humano tiene cuerpo y alma. El cuerpo necesita comida y el alma, alimento, y esa danza es para el alma», dijo la diplomática.
Además, recibió un reconocimiento de la comunidad Brisas del Río, de San Francisco Gotera, Morazán, de manos de Juan González, líder de la Adesco.
Asimismo, varios miembros de la comunidad visitaron el centro cultural de la Fundación Pablo Tesak durante el día y terminaron la jornada con el festival de danzas.
La consulesa ofreció ayuda a la comunidad para organizar un curso sobre batucada.
La directora de la escuela de danza Bezaleel, Carolina de Meléndez, en compañía de varias alumnas, también entregó un reconocimiento a la funcionaria.
El cierre estuvo en la voz de Diana Carolina Monterroza, con la alabanza «Bendito seas bare hu».