Roy sonrió: «Nayib ganará por la misma razón que ganó el NO inglés, el NO gringo y el NO colombiano, y por la misma razón que gano el SÍ nuevoleonés. En esos casos lo que se impuso fue el NO al sistema, los ganadores fueron los antisistema. La gente votó contra el Gobierno. Ustedes no nos representan. Eso es lo que la gente dijo al sistema. En todas esas elecciones la clave fue la indignación».
—Pero eso mismo ocurrió con AMLO, y ahí las encuestas no se equivocaron —repliqué.
Roy sonrió de nuevo: «Es que en 2015 y 2016 los encuestadores no conocíamos la indignación antisistema, no sabíamos medirlo. Hoy ya está incorporado a nuestras metodologías. Ahora sabemos que aquí ganará el NO a los mismos de siempre, al sistema; o sea, a ARENA-FMLN. No hay error, pinche Geovani. Mañana vamos a celebrar por todo lo alto. ¿Te apuestas unas pupusas y un tequila?».
En el comando del Sheraton el ánimo era tenso. El tema que se discutía era la baja participación ciudadana, que a esas alturas no llegaba al 40 %. Para colmo, uno de los consultores, que había estado tabulando sus propios datos, informó con aire de gravedad que sus números validaban la supuesta encuesta de la UCA, y que Nayib podía ser desplazado al tercer lugar.
Las caras de los ahí presentes eran una mezcla de desconcierto e incredulidad. La discusión se intensificó, pero Nayib ya no les prestaba ninguna atención: estaba completamente abstraído, con la mirada fija en algún punto indefinido por sobre las cabezas de sus interlocutores. De pronto se levantó de la mesa sin decir nada, y así, en silencio, se retiró solo a un rincón, se sentó en una silla que giró hacia la pared y, desde su celular, comenzó a consultar la situación con la parte de su equipo que estaba coordinando la operación en el territorio. Solo se volvió en algunas ocasiones para preguntar a Sofía y al Delta dónde estaba Roy.
—Búsquenlo —dijo—, necesito hablar con él.
Luego de las consultas, cuando ya tuvo un cuadro más preciso de lo que en realidad estaba ocurriendo, comenzó a redactar un mensaje a la población, y cerca de las dos de la tarde lo soltó en Instagram, el puente más seguro y efectivo hacia los jóvenes. Aquel texto arriesgado, porque podía ser interpretado de diferentes maneras, decía lo siguiente:
«Muchos de ustedes dan esta elección por sentada, como si de manera automática fuéramos a ganarla. Muchos de ustedes quieren que nuestro país cambie, pero no han salido a votar. Si ustedes no salen a votar, no habrá victoria esta noche. Si ustedes no salen a votar, El Salvador no cambiará. Creo que nunca les he pedido nada. Porque siempre he pensado que yo estoy aquí para ustedes y no ustedes para mí. Pero si ustedes no salen a votar, creo que les fallaré. Porque no puedo hacer que ganemos sin ustedes. Esta vez los necesito. Quedan tres horas para que cierren los centros de votación. Todos los centros están cerca de sus casas. Una vez les pedí que no me dejaran solo. Esta vez se lo pido de nuevo. Los quiero, pase lo que pase. Nayib».
(Fragmento de La indignación estratégica).