Decían los antiguos sabios chinos que podemos ver un toro porque ya sabemos de un tal animal cuadrúpedo y astado, pero que no podemos ver un unicornio simplemente porque no sabemos cómo es un unicornio. De igual manera podría decirse que vemos la política según lo que ya sabemos y nos consta en la historia política, lo que consideramos normal en esa historia, pero ¿cómo reaccionamos ante un hecho excepcional nunca experimentado?
Consideremos los siguientes detalles:
El PCN estuvo en el poder durante 15 años mediante el fraude electoral y una creciente represión genocida. El PDC llegó inicialmente al poder como resultado de un golpe de Estado; luego, ganó unas elecciones en estado de guerra y gobernó en virtud de un pacto con la cúpula militar. ARENA y el FMLN surgieron en la guerra de grupos paramilitares clandestinos responsables de múltiples asesinatos políticos, secuestros y todo tipo de atentados criminales; luego, gobernaron 20 y 10 años, respectivamente.
Por añadidura, esos cuatro partidos gobernaron en representación de las élites y ejercieron la corrupción y el abuso a mansalva. Eso es lo que sabemos y lo que nos consta. Eso es lo que configuró nuestro flamante sistema político y lo que nosotros mismos llegamos a considerar como la normalidad política. Pero veamos otros detalles.
Si hay un líder que de manera explícita se alza contra el sistema injusto, excluyente y corrupto, y promete desmantelarlo, lo normal es que su intento sea fallido o muy largo y tortuoso: antes de ser presidentes, Salvador Allende fue candidato presidencial en cinco ocasiones; Lula da Silva, en cuatro, y Andrés Manuel López Obrador, en tres. También lo normal es que los líderes políticos de perfil dictatorial y totalitario inicien sus luchas organizando grupos muy violentos y claramente golpistas: Adolfo Hitler, Benito Mussolini, Daniel Ortega y Hugo Chávez, por ejemplo.
Por contrapartida, ¿qué es lo excepcional y que precisamente por serlo nos cuesta entender? Un líder político abiertamente antisistema, que de manera cívica, pacífica y democrática gana en cadena dos elecciones municipales, una presidencial (en primera vuelta) y otra municipal y legislativa, y que luego de casi dos años de gobierno tiene el apoyo fervoroso de más del 90 % de la población. Un líder que es un claro referente positivo a escala internacional, el mejor evaluado en el mundo.
Todo esto es inédito para nosotros con nuestro viejo sentido de la normalidad. Es compresible que algunos, por cierto, cada vez menos, se desconcierten y se desorienten ante la novedad, y no necesariamente de mala fe se llamen a error en la interpretación de un fenómeno desconocido en la experiencia real.
En suma, quien solo ha conocido la política como una de las formas de la corrupción y por impotencia o por cualquier otra razón creyó que no existía alternativa, difícilmente entenderá que la política cesa de ser eso y prácticamente de la noche a la mañana se convierte en un ejercicio de la decencia. Claro, pasar tan de repente de la oscuridad a la luz plena puede deslumbrarnos y enceguecernos, aunque eso es solo un efecto pasajero.