Claudia Morales (nombre ficticio) manifiesta que le han robado su celular tres veces, y el peor de los robos lo vivió en 2019, tras 10 minutos de un asalto violento que incluyó amenazas y palabras soeces y misóginas. Sintió temor hasta de perder la vida, a pesar de haber cedido y entregado el teléfono y todas sus pertenencias al delincuente.
La víctima recuerda que el día del robo regresaba de su trabajo. Para llegar a su casa, en Santa Tecla, debe transitar alrededor de 700 metros por un camino oscuro y con pocas casas en el tramo. Claudia relata que se bajó del bus, comenzó a caminar y de repente notó que un hombre iba tras de ella.
Agrega que solo se hizo a un lado porque pensó que el sujeto quería adelantarse. Eso no pasó y el hombre intentó sacarle plática: el tráfico, el clima, el trabajo; sin embargo, a Claudia eso le generó desconfianza.
Unos metros más adelante, en una parte más desolada, el delincuente la jaloneó, la obligó a cubrirse el rostro con la blusa, le pidió que desbloqueara el teléfono y que se lo entregara.
Para mala suerte de Claudia, en ese momento le comenzaron a caer muchos mensajes. El aparato no dejaba de sonar y provocó el enojo del asaltante, al punto de arrebatarle el celular y quitarle la batería.
Ella narra que solo le dijo que iba a gritar porque justo habían pasado donde estaban unos conocidos, pero el temor y las amenazas a punta de pistola pudieron más y frenaron a la víctima.
«Después le di el teléfono y se quedó viendo para todos lados para ver que no viniera nadie.
Cuando yo me le jalé para soltarme de él, porque mi plan era jalarme y salir corriendo, entonces no sé cómo fue el movimiento y al final terminé en el suelo. Cuando vio eso me agarró del pelo, y ya te imaginás el lenguaje, tratándome de puta y todas esas cosas que te podés imaginar, diciéndome que quizá yo era novia de un marero del lugar y que quería ver si tenía tatuajes», manifiesta.
El robo a Claudia forma parte de los 1,753 casos similares que registró la Policía Nacional Civil (PNC) durante 2019 y 2020 a escala nacional.
En 2019 reportaron 1,010 robos de celulares y el 2020 cerró con 743. De entre todas esas denuncias acumuladas en dos años, la PNC solo capturó a 394 asaltantes; es decir, 1,359 delincuentes continúan delinquiendo en las calles.
La Libertad es el departamento que más casos reportó (476), le sigue San Salvador, con 471, Santa Ana, con 229, y San Miguel, con 204.

Robo con violencia
La víctima detalla que imploraba que la dejara ir porque ya había entregado el celular.
Añade que con esfuerzo se levantó del suelo; sin embargo, el hombre era más alto y fornido que ella, y la arrastró hasta un lugar más solo con mucha maleza, donde continuó con las amenazas de muerte si no se quedaba callada: «Que no gritara, que él me iba a matar, que conocía a mi familia. Supongo que son estrategias para generar miedo».
Posteriormente, el sujeto le pidió que se quitara la mochila, comenzó a tirar todo al suelo y agarró dinero, dos USB, audífonos, anillos y hasta un llavero de «Dragon Ball».
A medida los minutos avanzaban, el miedo de Claudia se incrementaba al punto de querer gritar, pero no pudo, pues su garganta estaba cerrada. Mientras tanto, el delincuente gritaba, le apretaba los brazos y le colocaba el arma en la cintura y en el cuello.
«En ese momento me puse a pensar que ahí podés quedar si es un tipo loco o saber en qué sentidos anda. Te puede matar y quedás ahí, y en realidad solo es por cosas materiales», asegura.
Claudia calcula que el robo duró alrededor de 10 minutos. El agresor la dejó tirada y volvió a decirle que si gritaba iba a regresar y le iba a «meter un plomazo».
«Era la primera vez que tenía un robo violento. En el camino no lloré, pero al llegar a casa no dejé de llorar. Mi madre y mi hermano me preguntaban qué me pasaba, pero no podía hablar. Solo lloraba y lloraba. Pasé entre 40 minutos y una hora sin dejar de llorar y no podía tranquilizarme, pero después de eso ya quedé con más miedo al salir de casa. Yo decía que podía ser alguien conocido o algún marero. Me daba miedo encontrarlo».
En el caso de Claudia se configura el delito de robo agravado, ilícito por el que en 2019 y 2020 la Fiscalía General de la República recibió 4,384 denuncias en todo el país —incluye robo con violencia de cualquier tipo de objetos, dinero, carteras, celulares, computadoras o vehículos—, de las cuales se giraron 823 órdenes de captura administrativa; sin embargo, solo reportaron 513 capturas efectivas, de acuerdo con los datos de la Dirección de Análisis, Técnicas de Investigación e Información (DATI), de la Fiscalía.
En cuanto a condenas, la DATI reporta que 562 asaltantes fueron sentenciados a purgar penas de prisión de entre ocho y 12 años, como lo dicta el artículo 213 del Código Penal.
La misma noche del asalto, Claudia puso la denuncia en una delegación de la Policía en Santa Tecla; no obstante, esta no procedió porque la víctima no aportó ningún rasgo para identificar al agresor. Tras brindar el testimonio, solo le dijeron que la llamarían para darle seguimiento al caso. Al año del robo, la contactaron para informarle que habían capturado a un asaltante por la zona donde ocurrió su caso, por lo que necesitaban que declarara.
El investigador le manifestó que la llamarían para confirmar la cita, pero nunca la volvieron a contactar. «Siento que de por gusto interpuse la denuncia, y se ve la revictimización que hay, porque en la primera delegación sabían que no podía tomar el caso y quizá solo por morbo te hacen que contés la historia, y viendo que llegás llorando y toda nerviosa no tienen ninguna consideración. Ellos quieren escuchar, pero cuando terminás te dicen que el caso no se atiende en el lugar», concluye.