«Somos más humanistas». Esas fueron las palabras de Claudia Sheinbaum al criticar en una entrevista las políticas contra el crimen aplicadas por el presidente Bukele, las cuales han erradicado la inseguridad y han llevado paz y tranquilidad a la sociedad salvadoreña. Ante eso no puedo evitar hacerme la siguiente pregunta: ¿es verdadero humanismo ver correr la sangre inocente en un país en manos del crimen organizado sin hacer absolutamente nada?
Dice que su Gobierno es humanista por encima de todo. Pero lo grave y, en realidad, preocupante es que esa forma de humanismo parece estar incluso encima del derecho a la libertad y a la vida, pues suele aplicarse a favor de una delincuencia que obliga a la gente a encerrarse por miedo a ser asesinada.
Si la nueva presidenta de México continúa (como deja entrever que lo hará) con la fracasada política de «abrazos y no balazos» y evita combatir un crimen cada vez más empoderado, a ese país le esperan seis años de terrible sufrimiento.
Por otro lado, el presidente Bukele no necesita la aprobación o el beneplácito de quienes no quieran ver los cambios positivos que el país experimenta, pero preocupa que haya medios replicando lo que otros dicen desde el desconocimiento.
Al parecer, la razón por la que un día caerá la izquierda en México será la misma por la que cayó la de El Salvador; y es, precisamente, por no entender las necesidades más sentidas y urgentes de la población, echando así por el suelo las esperanzas que ellos mismos hicieron crecer por medio de mentiras y falsas promesas. Si en el transcurso del próximo sexenio el Gobierno mexicano sigue sin atender el clamor de la gente y, en vez de combatir el accionar delincuencial, hace todo lo opuesto, el pueblo acabará por cansarse y se decidirá por otra opción.
Humanismo es la empatía y la lucha a favor de la gente buena, es identificar sus problemas más urgentes y atenderlos. No es el proteccionismo en beneficio de quienes hacen el mal y viven al margen de la ley. Eso es algo que la señora Sheinbaum ya debería saber.
Por alguna razón, que en lo personal no logro comprender, la mayoría de las izquierdas, y en casi todos los países donde gobiernan o tienen alguna forma de incidir, se la pasan promoviendo leyes que buscan beneficiar a los delincuentes, o bien obstaculizar los esfuerzos para combatirlos. Es un tema al que nosotros no hemos estado ajenos, pues aquí también, mientras pudieron, se opusieron al régimen de excepción y al resto de las políticas que buscaban llevar paz y seguridad a la gente, mientras que, por otro lado, buscaban la manera de favorecer a los criminales.
Incluso hubo un diputado que propuso al pleno la creación de un fondo para entregarle a las familias de los pandilleros lo que ya no recibirían por medio de la extorsión, algo muy parecido a lo que hizo Petro en Colombia, cuando de los mismos impuestos de la gente les entregó dinero a los ladrones para que no tuvieran que ir a robar. Ese es el humanismo del que habla la actual presidenta de México.