La tradicional botella de vino, símbolo del estilo de vida francés es menos popular.
Las razones son múltiples: el auge de la sobriedad, el desinterés de los más jóvenes por un producto percibido como complejo e intimidante, los cambios de hábitos en la mesa o bien el entusiasmo por la cerveza y los licores.
En Francia el consumo por habitante cayó 70% en 60 años y el mercado podría contraerse 20% más en la próxima década, advierte el consejo interprofesional del vinos.
Varios actores del sector presentan hoy un plan estratégico destinado a «volver a conectar con los consumidores que se alejaron del vino».
Los viticultores hacen evolucionar el producto para responder a las expectativas de los aficionados, con vinos más ligeros, efervescentes y/o menos alcohólicos.
Algunos también apuestan por un nuevo marketing.
Thibault Bardet mezcló su pasión por las series fantásticas con la propiedad familiar, cerca de Saint Emilion (centro), lanzando en 2016 un vino inspirado en «Game of Thrones» y vendió 80.000 botellas.
Luego repitió la experiencia con Peaky Blinders y El señor de los anillos.
En el campo «se cambió de ‘business model’ y se desarrolló la venta directa», explica a AFP. Los vinos base inspirados en series «son una herramienta para hacernos conocer mejor», añade.
Tradicionalmente, «un viticultor francés, italiano o español hace vino con la intención de valorizar su tierra, y espera que se venda», señala Sylvain Dadé, cofundador de la agencia de asesoramiento en marketing especializado Sowine.
«En los países anglosajones, se preguntan más bien qué va a gustar a los consumidores», destaca.
Mercadeo
Sin embargo, en los últimos años observa «una toma de conciencia de la necesidad de invertir en el mercadeo» al igual que en las herramientas industriales, «lo que hacen muy bien los productores de champán», afirma.
Los jóvenes «están en demanda de marcas», dice. «Hacer latas como tales no tiene sentido. Pero si pensamos en un consumo en movilidad, para ir a la playa o de picnic, hay claramente potencial», subraya.
El vino tiene ventajas para atraer a las nuevas generaciones que aprecian «su dimensión local» y «arraigada en la naturaleza», afirma Krystel Lepresle, delegada general de Vino y Sociedad, estructura de promoción del sector.
Pero también tropieza con «barreras simbólicas», como descripciones técnicas, abundancia de siglas sobre la calidad, el origen geográfico o precios, según una encuesta realizada a petición de Vino y Sociedad entre jóvenes nacidos después de 1995.
Algunos jóvenes ya están presentes en las redes sociales, como el enólogo Emile Coddens que explica en TikTok lo que es «el sabor del tapón» o «el embotellamiento». Pero todavía hay «pocos referentes de su edad sobre el vino que hablan su lenguaje y utilizan sus códigos», señala la encuesta.
Estados Unidos, principal consumidor mundial de vino, se enfrenta también al creciente desinterés de los menores de 60 años, señala Rob McMillan, especialista del sector para Silicon Valley Bank.
Con la llegada de nuevas bebidas como las gaseosas alcohólicas o el cannabis, los jóvenes tienen menos afinidad con el vino.
«No es que no lo conozcan, pero hay que crear las oportunidades para que lo disfruten», dice.
Los restaurantes hubiesen podido desempeñar este papel, pero el vino se vende muy caro, observa.