Analistas discrepan sobre el significado de la preocupación sobre el rol de Rusia en Cuba y Venezuela que expresó la semana pasada el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken: unos la valoran como una continuidad de la estrategia diplomática reciente; otros las interpretan como el resurgimiento de tensiones propias de la Guerra Fría.
Blinken, con solo dos meses en su cargo, admitió que comparte su «preocupación” sobre el papel del gobierno ruso en Cuba y Venezuela durante una intervención en la Comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, el miércoles pasado.
«Vemos eso (el resurgimiento de la influencia de Moscú) en Venezuela. Hemos visto, creo, un resurgimiento de la presencia y actividad rusa en Cuba en los últimos años, y estamos muy atentos a eso en todos los ámbitos», apuntó.
Su respuesta a preguntas de senadores de la Comisión del Congreso pudiera interpretarse como el primer paso del reflotamiento de doctrinas propias de décadas atrás con respecto a Rusia, opina Hugo Acha, analistas de asuntos foráneos e investigador del Centro para una Sociedad Libre.
«Sería realmente muy positivo si el secretario de Estado empieza a mudar una percepción que parece haber sido una constante dentro de la doctrina de la diplomacia norteamericana, de que el proceso de la Guerra Fría está soterrado en los libros de la historia», dice, crítico, el experto en seguridad internacional.
Se conoce como Guerra Fría al enfrentamiento político, social, económico, ideológico, militar e informativo entre el llamado bloque occidental, liderado por Estados Unidos, y el bloque del Este, con la Unión Soviética a la cabeza, entre los años 1945 e inicios de la década de los 90, a finales del siglo pasado.
Acha advierte que la creencia del mundo académico estadounidense de que la Guerra Fría era ya un capítulo cerrado en los anales de la historia se convirtió en una «especie de dogma” fallido, errado. «Desafortunadamente, los adversarios de Estados Unidos, como China, Rusia e Irán, nunca han pensado así», subraya.
El investigador señala que países de corte autoritario como Rusia nunca abandonaron sus modelos operativos, sus prioridades geopolíticas ni sus intereses estratégicos, por lo que valora positivamente la opinión de Blinken.
«Sería muy saludable que Blinken reoriente esta situación reconociendo que estos actores siguen teniendo los mismos intereses a nivel estratégicos que tenían durante la Guerra Fría», ahora con Venezuela entre ellos, observa Acha.
«Política de Estado»
Geoff Ramsey, director de la Oficina de Washington sobre América Latina, WOLA por sus siglas en inglés, valora el pronunciamiento de Blinken como su «reconocimiento implícito” de que la estrategia del expresidente Donald Trump, no acertó al avanzar en los intereses de Estados Unidos en Venezuela.
En entrevista con la Voz de América, Ramsey estima que la mención de Rusia y Cuba por parte de Blinken ante congresistas estadounidenses deja la puerta abierta a la inclusión de ambos países en un proceso de negociación sobre la crisis venezolana, dadas las cercanías de sus gobiernos con Nicolás Maduro.
A su entender, es un secreto a voces que los rusos mantienen una presencia económica y que existe «cierta evidencia” de su apoyo militar en Venezuela.
«Hasta ahora, los rusos no han demostrado interés en arriesgarse con más inversiones en Venezuela, pero es claro que ellos perciben que tienen intereses en Venezuela y tienen que defenderlos”, considera el analista sobre asuntos políticos, derechos humanos y seguridad en la región latinoamericana.