Actualmente, cuando hablamos de Navidad, hablamos de villancicos, Santa Claus, los famosos «Renos de Santa», ir a los centros comerciales a comprar «el estreno», comer pavo y pasarla en familia dando gracias al Creador por sus misericordias a lo largo del año. Sin embargo, la Navidad en El Salvador no siempre ha incluido algunos de los elementos que ahora forman parte de esta colorida y emotiva época del año.
Navidad en El Salvador: un proceso de transculturización
Según Israel Cortés, historiador del Ministerio de Cultura, la Navidad en El Salvador ha sufrido una gran transformación en los últimos años, pasando por un periodo de «transculturización», es decir, adoptando patrones culturales o costumbres de otros países, principalmente, de Estados Unidos.
«La transculturización es adoptar tradiciones de otras latitudes. Los antropólogos le llaman “prestamos culturales”. Es cuando en la cultura autóctona se insertan otras tradiciones que antes no estaban y se va resignificando la tradición, por lo que la manera de celebrar una fecha va cobrando otro significado por influencia de otras costumbres», explica.
Precisamente fue este proceso el que afectó a El Salvador a partir de la década de los 70, años en los que, según explica Cortés, la migración masiva a Estados Unidos, el impacto de la televisión y los medios de comunicación y el crecimiento auge del consumismo y el espíritu comercial fue provocando cambios en el espíritu navideño salvadoreño.
Así era la Navidad en El Salvador hace más de 50 años
Para entender este proceso, hay que concentrarnos en una sola pregunta: ¿cómo se celebraba la Navidad en El Salvador hace más de 50 años? «Para eso tendríamos que remontarnos al área rural salvadoreña porque, hasta 1950 o 1960, la mayoría de la población vivía en el campo. Las ciudades eran donde había menos personas. Ahí, la Navidad tenía un carácter meramente religioso», explica Cortés.
Para el historiador, la Navidad en El Salvador entre esas décadas se manifestaba en dos grandes eventos. Uno de ellos era la formación de pastorelas y posadas, una manifestación pura del espíritu religioso que la tradición poseía hace varios años. «En esencia, la festividad religiosa de la Navidad en el campo comenzaba el 1 de diciembre y terminaba la noche del 24. En todo este período se celebraban las posadas», señala.
«Las posadas son una procesión en la cual van personas van cargando imágenes del Niño Jesús, de María y de José, llevando también una campana. Salen una o dos veces por semana buscando los nacimientos que han colocado en las casas. La idea propiamente es la de adorar al Niño Jesús. En esa época, sobre todo en el campo, nadie hablaba de Santa Claus», agrega.
«La idea propiamente es la de adorar al Niño Jesús. En esa época, sobre todo en el campo, nadie hablaba de Santa Claus».
Israel Cortés, historiador del Ministerio de Cultura
Cortés enfatiza en este punto de manera más contundente al señalar que el centro de atención de la Navidad era el Niño Jesús, por lo que todo se concentraba en un conglomerado de festividades religiosas que daban vida a la tradición. «Desde el 1 de diciembre iniciaban las posadas y terminaban el 24 de diciembre, con una posada mayor en la iglesia de cada localidad. Después de reunirse en la iglesia, la gente compartía en sus casas con sus allegados», asegura.
En todo esto no podía falta la comida, sobre todo, los tamales. «La gente compartía en sus casas. Cuando la procesión llegaba a su posada, les daban marquesote, ayote en miel, tamales, que es la comida que nunca faltaba, atol, chocolate, café y, en zonas como Panchimalco, se daba torta de yema. En otras zonas, aprovechando las cosechas de maíz, se daba alboroto y dulce de atado. La comida ha sido una parte esencial desde siempre en esta tradición», enfatiza.
Televisión, migración y el auge de la Iglesia Evangélica
La Navidad en el campo y la zona rural parecía circular con un aura religiosa sumamente fuerte. Pero, ¿qué pasaba con los salvadoreños que vivían en la zona urbana en esa época? «En la parte urbana, en San Salvador, era muy parecido a lo rural, pero tenía el elemento comercial que es comprar y vender en estas fechas, por ser una fecha de mucha abundancia», señala Cortés.
Sin embargo, Cortés también enfatiza que es precisamente en el corazón urbano de San Salvador donde comienza a gestarse la transculturización de la Navidad, sobre todo, a partir de la masificación de la televisión y de la proyección que el comercio encontró en una época como la navideña.
«Hace 80 años, hace 50 años, en la década de los 60, muy poca gente hablaba de Santa Claus. Pero, la Navidad que conocemos hoy comenzó a finales de los 70 y principios de los 80. Esto pasó cuando se masificó la televisión. Hay registros históricos que señalan que en El Salvador de 1960 casi nadie tenía televisión. Ya existía, pero lo que todos tenían era radio. La televisión se masificó en 1970. A partir de eso ya se comienza a transmitir en la población otras ideas y se comienza a hablar del arbolito de Navidad, de Santa Claus y esas cosas», explica.
Junto a la influencia directa de la televisión, en ese tiempo comenzó a darse el mayor flujo de migración hacia Estados Unidos, otro aspecto clave en este cambio que sufrió la Navidad salvadoreña. «Otro elemento es la migración. La Navidad como se celebra ahora tiene que ver con las ideas que los hermanos salvadoreños en el exterior comenzaron a transmitir», comenta.
«Esta migración ya existía para 1980, cuando comienza la guerra. Pero se hizo masiva hasta mediados y finales de 1980 y durante la década de los 90 no pararon de verse contingentes de salvadoreños yéndose a Estados Unidos. Ese pudo ser un elemento que hizo que se modificara mucho la Navidad en El Salvador», agrega.
«La televisión se masificó en 1970. A partir de eso ya se comienza a transmitir en la población otras ideas y se comienza a hablar del arbolito de Navidad, de Santa Claus y esas cosas».
Israel Cortés, historiador del Ministerio de Cultura.
Pero entre estos dos aspectos, también aparece uno que, para Cortés, tiene un peso bastante trascendental porque fue cambiando la perspectiva religiosa con la que siempre se vio la Navidad en El Salvador. Este aspecto es el auge de la Iglesia Evangélica o Protestante en el país, el cual también se produce entre las décadas de los 70 y 80.
«El otro elemento que vino a modificar las tradiciones antiguas es la Iglesia Evangélica, la cual vino a darle una vuelta a la manera que nosotros concebimos la Navidad. Para esta Iglesia, la Navidad es una festividad más ligada al comercio, a lo pagano, a lo mundano. Si una familia se convierte al protestantismo, entonces su visión religiosa de la Navidad cambia y se produce una resignificación de la realidad», señala.
«Las tradiciones para ellos cobran otro significado y ya empiezan a darle más valor a otra tradición, más como se celebra en otras latitudes en el mundo. Ya no tiene sentido poner el nacimiento, pero tiene sentido poner a Santa Claus. En esto cabe mencionar que la Iglesia Evangélica ya tiene un porcentaje de entre el 40% y 50% de la población. Esto ya influye significativamente en como una sociedad entiende una tradición», agrega.
El comercio: el punto final del cambio de la Navidad
A toda esta mezcla de elementos, llega también uno que termina por cambiar la Navidad en El Salvador: el aspecto comercial. «Es difícil decir en qué momento un almacén comenzó a poner a Santa Claus. En el Centro de San Salvador había almacenes que ponían nacimientos. Hoy todos tienen a Santa Claus. Es muy reciente, probablemente a partir de la década de 1980», expresa Cortés.
«En el centro de San Salvador había almacenes de mucho prestigio, como el Almacén Schwartz, Kismet, La Moda Parisiense, La Nueva Milagrosa, el Almacén Sagrera, el Almacén París Volcán o el Almacén El Buen Gusto, los cuales, para esta época, se surtían enormemente y comenzaron a apostarle a lo que la gente consumía en la televisión, dejando atrás lo religioso y enfocando la Navidad propiamente en lo comercial», agrega.
«Otro elemento es la migración. La Navidad como se celebra ahora tiene que ver con las ideas que los hermanos salvadoreños en el exterior comenzaron a transmitir»
Israel Cortés, historiador del Ministerio de Cultura.
«Lo comercial no hay que satanizarlo. Desde siempre, El Salvador ha sido un país dado al comercio y eso también inciden en nuestras culturas. Es verdad que antes la tradición tenía un carácter más humano. Pero, también, es de hacer notar que los cambios se han visto impulsados mayormente por la mentalidad comercial que ha tomado la época», explica.
Para Cortés, si bien la Navidad parece haber cambiado drásticamente, los valores familiares aún se conservan y la mentalidad religiosa sigue siendo un componente fuerte de la época. Las cosas, si bien no serán como antes, no puede decirse que sea para peor. Sin embargo, la Navidad que hoy conocemos es sumamente diferente de la que otras generaciones pudieron disfrutar.