La producción de camarón de granja es un mundo interesante. Todo comienza en un laboratorio en donde se cultivan las larvas de camarón que 60 días más tarde se convierten en una variedad de exquisitos platillos a base de camarón.
En la última década, este sector ha enfrentado los embates del cambio climático, e incluso ha estado a punto de desaparecer, pero existen empresas privadas que con esfuerzo le siguen apostando a la producción de este marisco.
Hay que destacar que a pesar de que el país no cuenta con un laboratorio para el cultivo de larvas, hay granjas privadas y cooperativas que importan este insumo desde países vecinos, en especial de Guatemala.
Ese esfuerzo les permite cultivar camarones de varios tamaños (desde 10 a 28 gramos), lo que depende de las técnicas del cultivo y de la demanda del mercado.
Una de esas iniciativas es la granja camaronera Las Ánimas, ubicada en Zacatecoluca, La Paz, la cual posee alrededor de 135 manzanas, de las que 45 hectáreas son de área efectiva para la siembra del camarón de agua salada.
El cultivo se desarrolla de dos formas: en estanques de tierra y con forros de plástico, este último más conocido como intensivos para áreas pequeñas.
Miguel Delgado, agrónomo de profesión y propietario de dicha camaronera, una de las mayores productoras privadas del crustáceo en el país, explica que cada año abastece al mercado local con una producción que ronda los 1.9 millones de libras, un dato que varía según la demanda.
«Las Ánimas cuenta con 13 estanques en un terreno de 45 hectáreas de espejo de agua, donde se cultiva un tipo de camarón (litopenaeus vannamei, mejor conocido como camarón de agua salada), el cual es producido solo para el consumo local, debido a que no tenemos la certificación que nos permita exportar el producto».
Miguel Delgado, propietario de ‘Las Ánimas’
La granja camaronera es una de las más conocidas a escala nacional y forma parte de una industria que no ha florecido en el país, debido a que no existe un laboratorio para el cultivo de larvas, y esto hace que la producción dependa de la importación desde Guatemala. «La pandemia nos complicó un poco y por un momento no había larvas y nos preocupaba la producción del camarón, pero al final se resolvió», dijo Delgado.
«Esta camaronera está incursionando en el tema de altas densidades con mucho éxito, posee un laboratorio propio y provee de larvas a otros productores de la zona», dijo en esa ocasión Paul Steiner, destacó recientemente en una entrevista televisiva el presidente Comisión Nacional de la Micro y Pequeña Empresa (Conamype), la cual brinda asistencia técnica a dicha empresa.
Retos del sector
El Salvador cuenta solo con 10 granjas privadas que producen el crustáceo y 25 cooperativas que trabajan de forma articulada.
Para Delgado los retos de la industria camaronera son muchos, entre éstos: Erradicar los problemas de contrabando en puntos ciegos de las fronteras del país, contar con energía eléctrica en las granjas, la reparación de las calles para que la comercialización del marisco sea más accesible para quienes lo adquieren, suministro de agua potable en las productoras para mayor inocuidad de los crustáceos.
El empresario sostiene que a pesar de que Las Ánimas facturó $3 millones en 2020, no quiere decir que el sector se encuentre en su mejor momento.
En su opinión, para que la industria sea rentable en un futuro cercano se necesita de políticas que impulsen el sector, para que más privados se sumen a la industria, y por ende, existan más estanques para incrementar el cultivo de camarones.
El sentir del sector ha sido escuchado por el gobierno de El Salvador, que en el plan de rescate de la agricultura, lanzado recientemente, incluye acciones de asistencia para la acuicultura.
De hecho, recientemente el Banco Hipotecario puso a disposición de la camaronera apoyo financiero para que cuente con capital de inversión para sus proyectos.
Del laboratorio al estanque
El proceso de transformación de las larvas para que se conviertan en camarones adultos es de un lapso de 90 a 120 días. Para El Salvador se importa de países como Guatemala.
Según los productores, lo anterior dependerá de los gramos a los que se quiere llegar y de la demanda que tenga el mercado en ese momento.
En la actualidad la libra de camarones se comercializa en más de $3.00 para mayoristas.