El orgullo se apodera del ánimo de Vanessa Rivera al hablar de sus épocas doradas como arista del Instituto Nacional General Francisco Menéndez (INFRAMEN). Sus ojos brillan como antorchas refulgentes al recordar sus inicios en este grupo de señoritas, de las cuales formó parte y engalanó decenas de desfiles durante los dos años que ostentó dicho puesto en su centro de estudios.
Tal como comparte a «Diario El Salvador», la ahora licenciada en Relaciones Públicas y Comunicaciones vivió gratas experiencias que marcaron su juventud y años de bachillerato.
Uno de los primeros fue su «fortuito» ingreso al grupo de aristas (señoritas que realizan coreografías en los desfiles ayudadas por un aro repleto de listones). Rivera indica que todo comenzó cuando su mejor amiga del instituto, Glendy Mejía, ingresó al grupo de aristas y ella le pidió que la acompañase a los ensayos, pero Rivera pensó que solo iba a llegar a verla y a apoyarla, pero no, «a la hora de las horas me dice “no, veníte a poner a la par mía. Hagámos el ensayo”. Así empecé haciendo el ensayo poquito a poco».
Pero, ensayar no la convertiría automáticamente en arista, tal como explica el indicativo que determinaba que ya se formaba parte del grupo era la entrega del uniforme. «La bienvenida era darles el uniforme al equipo; hubo varias chicas a las que ya se los habían dado, pasaron dos meses de ensayo y no me lo daban, ya estaba queriendo tirar la toalla. Un día nos dicen: “solo tenemos el último uniforme. Así que hasta aquí se cierran las vacantes de las que van a seguir y me lo dieron a mí y yo GUAU”», rememora emocionada con una gran sonrisa en el rostro.
En el INFRAMEN los uniformes (incluidos la cachiporra y los aros) son heredados de generación en generación, ya que la institución los subsidia, si ya no se pertenecía a dicho grupo eran entregados y el siguiente año lectivo eran otorgados a los nuevos elementos del equipo, según expone Rivera.
Preparación
«En mi época éramos 14 aristas (de 1999 a 2000); se ensayaba una hora todos los días de lunes a viernes, tanto la banda, como las aristas y cachiporristas», recuerda la ahora madre de dos hijos pequeños.
La exarista comenta que los ensayos eran permanentes, es decir todo el año lectivo. Ensayaban a la intemperie y si llovía se resguardaban en algún lugar, pero siempre practicaban, detalla.
«Una de nuestras obligaciones si queríamos pertenecer al grupo era estar yendo a los ensayos, porque era un requisito, al final sumaba para la coordinación y que no nos agarrará de sorpresa un nuevo paso o coreografía». Así también, el no aplazar materias era indispensable para garantizar su permanencia dentro del equipo, explica.
Y esa constancia y ardua preparación es la que le llevó a desfilar en unos 60 desfiles, aproximadamente, en los dos años que formó parte de las aristas. Entre los principales se encontraba en primer lugar el del 15 de septiembre, seguido por el desfile del Correo y el del Día del Comercio (estos últimos dos organizados por la alcaldía de San Salvador). Rivera recuerda que también fue parte de desfiles en diferentes municipios en eventos culturales o fiestas patronales a los cuales por invitación era requerida la presencia de la banda del INFRAMEN, así como sus cachiporristas y aristas.
Empuje
Uno de los recuerdos más entrañables de los diversos desfiles de los que fue protagonista se dio cuando saliendo del Estadio Flor Blanca (ahora Mágico González) «unas niñas que empezaron a decir: “Mamá, mirá que bonitas las niñas del INFRAMEN”, servir como fuente de inspiración; ese tipo de palabras o comentarios lo hacen a uno motivarse, que aunque uno vaya decayendo, aunque uno esté muy cansado, esas palabras increíblemente lo levantan a uno y le dan fuerzas y ánimos de seguir hasta finalizar el evento».
Entre los desfiles más emblemáticos que recuerda son los del 15 de septiembre, y los de las Fiestas Agostinas, los cuales afirma que su recorrido iniciaba en la Plaza Divino Salvador del Mundo y finalizaba en Catedral Metropolitana.
Evolución
A los ojos de Vanessa uno de los principales cambios en los desfiles cívicos de finales del siglo pasado, a los de la actualidad, es que las vestimentas han ido transformándose a atuendos con un aire más gimnástico. «Antes las aristas, cachiporristas y porristas, lucían un uniforme de falda con short, ahora utilizan a veces enterizos o lycras como un aire a gimnastas», comenta.
Otro de los grandes cambios es que en la banda del INFRAMEN antes solo era conformada por caballeros, pero ahora hay un porcentaje de señoritas que la integran.
Rivera aconseja a las nuevas generación que quieren pertenecer a un grupo de aristas o cachiporristas que lo fundamental es que «debe gustarles trabajar en equipo, es un requisito que hay que tratar de estar coordinadas con las demás, el grupo entre más grande y más sincronizado se ve más bonito».
Pero, para quien fuera arista del INFRAMEN de 1999 al año 2000, el verdadero éxito de una banda de paz, un grupo de cachiporristas o aristas es: «la coordinación, la disciplina y la voluntad de hacer bien las cosas», esa es la verdadera clave, sentencia.