Establecer un impuesto por tonelada de emisión de carbono es una de las propuestas que discuten los especialistas en el pabellón del CAF-Banco de Desarrollo de América Latina y El Caribe, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP28). Según informó Jeffrey Sachs, profesor de la Universidad de Columbia, los países ricos generan 20,000 millones de toneladas de dióxido de carbono.
De acuerdo con el especialista, si se cobra $0.10 por cada tonelada de emisiones pasadas, los grandes países deberían pagar $40,000 millones anuales. «Necesitamos avanzar hacia una verdadera globalización en la tributación de las emisiones de dióxido de carbono y gases de efecto invernadero», indicó Sachs.
En ese sentido, también se discute la voluntariedad para acceder a los mercados de carbono, que son sistemas comerciales en los que se venden y compran créditos de carbono. Las empresas o las personas pueden utilizar los mercados de carbono para compensar sus emisiones de gases de efecto invernadero mediante la compra de créditos de carbono de entidades que eliminan o reducen las emisiones de gases de efecto invernadero.
En ese sentido, se ha planteado que los países deben participar en los mercados de carbono para minimizar los impactos en el medio ambiente. Asimismo, debe haber un ajuste en el mecanismo de financiamiento para los países de menores ingresos. De igual forma, consideran un logro la creación del fondo climático de pérdidas y daños.
«Los países ricos pagan costos bajos, y los países pobres pagan costos enormes. Debemos encontrar mecanismos para que fluya el capital a todos los países con base en sus estrategias, no en función de nivel de ingresos. Es el periodo donde se conseguirá que la arquitectura del sector financiero mundial se arregle, ya que la arquitectura del antiguo sistema financiero fue establecida en 1945», indicó.
Por su parte, Daniel Ortega Pacheco, miembro del Consejo Integral para el Mercado Voluntario de Carbono agregó que este mercado es sólo una herramienta adicional, y «no debería sustituir la descarbonización por parte de las empresas. Particularmente en la región es una herramienta para ayudar a movilizar financiamiento privado para acelerar esa acción climática», explicó el especialista.