Como una experta que estudia a diario la evolución del coronavirus en la ciudad de Manaos, Amazonas, estado brasileño que agoniza por incesantes casos y hospitalizaciones, la salvadoreña Matilde Contreras Mejía ha visto morir a decenas de personas por no tener disponible un tanque de oxígeno a tiempo.
Ella labora como apoyo técnico del laboratorio de Virología del Instituto Leônidas & Maria Deane (Fiocruz Amazônia), y dice que está consciente de que sin las medidas de bioseguridad y vacunación completa, la humanidad nunca conocerá el fin de la pandemia.
La ciudad amazónica ha vivido una pesadilla con la segunda ola de la COVID-19 desde noviembre de 2020, inducida por la relajación de las pocas restricciones impuesta por las autoridades, con la detección de la variante gamma — conocida como brasileña, potencialmente más contagiosa— que disparó los contagios en diciembre de 2020 y enero de 2021 y con un Ejecutivo desentendido de lo peligroso que es el virus.
«Ha sido una situación catastrófica desde el punto de vista de salud, humano y político, porque hay una serie de cuestiones que influyeron en que Brasil todavía se encuentre con un elevado registro de casos», comentó la especialista que antes se dedicaba al estudio de otros microorganismos, pero desde la aparición del SARS-CoV-2, junto con un equipo de 11 profesionales, estudia todos los días el «diagnóstico molecular de la enfermedad y el desarrollo de acciones para la vigilancia genómica del virus que circula en Amazonas».
«Acompañé la evolución de las “oleadas” de la COVID-19. Nuestro grupo fue el que identificó la variante de Brasil luego de que se detectó en Japón, la que predominó en la segunda ola. Son estudios enfocados en la epidemiología de la COVID-19. Estamos vigilantes a nuevas variantes o nuevos tipos de virus que estén circulando», detalló.
La investigación sobre la variante gamma fue publicada en la revista brasileña «Nature Medicine» a principios del año.
Esta segunda ola atemorizó a los especialistas porque gamma, identificada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como «variante de preocupación» por el aumento de transmisibilidad, causó miles de muertes en un sombrío panorama en el que los hospitales no tenían camas, tanques de oxígeno ni espacio. «Muchas personas viajaron para tratarse y otras no lograron un servicio adecuado: fallecieron», explicó Mejía.
Aunque todo tiene un trasfondo político, a criterio de la laboratorista clínica con maestría en inmunología básica y aplicada, el gobernador del estado de Amazonas, Wilson Lima, del partido de oposición al Gobierno, decidió acelerar el proceso de vacunación para personas mayores de 34 años y habilitó la inmunización de una horario nocturno para que la población acuda a los centros. El laboratorio analizará dentro de una o dos semanas la respuesta de la vacunación masiva, ya que forma parte de un grupo de varias instituciones que dan seguimiento al esquema de vacunación en grupos con enfermedades.
Mejía, que estudia cada 24 horas el comportamiento del virus, también vivió la mortal enfermedad junto con su esposo y dos hijos menores de edad en agosto de 2020. «Los síntomas fueron leves, intentamos estar bien psicológica y emocionalmente manteniéndonos ocupados hasta esperar que nuestra prueba fuera negativa», recordó.
Al superar la enfermedad decidió aplicarse las dosis de CoronaVac como personal de primera línea y completó su esquema en marzo. Su esposo también acudió al centro de vacunación hace 10 días.
«Mientras no se hayan vacunado con las dos dosis es esencial que se continúen cuidando, aun después de inmunizarse […]. Crean en la ciencia, vacúnese, siempre resultó la mejor opción para el ser humano porque erradica cualquier enfermedad o evita peores cuadros clínicos», enfatizó. El miércoles el país superó con 115,228 los contagios diarios.
La última cifra récord fue reportada por el Ministerio de Salud el pasado 25 de marzo, con 100,158 casos nuevos.