La llegada al Ejecutivo de un presidente joven, empresario y con trayectoria política, perteneciente a una nueva generación de gente con una visión diferente, y por, consiguiente, con una nueva manera de hacer política, ocurrió en 2019, cuando aún quedaban remanentes de una generación de políticos decadentes y muchos de ellos hasta apátridas.
Ver a El Salvador cuatro años atrás es referirnos a un El Salvador considerado por organismos internacionales como el más violento del mundo, y es que de 2014 a 2021 se visualiza entre estos años a 2015 como el año más violento, es decir, 103 asesinatos por cada 100,000 habitantes. Ese año se suscitan 2,398 personas asesinadas principalmente por pandillas, contrastando ese dato con el actual año, cuando, según datos oficiales, se reportan 33 personas asesinadas, de las que 29 eran civiles y cuatro pandilleros.
Lo ideal es que ya no haya asesinados, pero cabe aclarar que ya no tienen que ver con el accionar de las pandillas, lo que implica que, por ahora, se pueden contabilizar 18 homicidios por cada 100,000 habitantes. Si lo contrastamos con 103 por los mismos 100,000 habitantes, vemos una abismal diferencia. Obviamente, lo correcto debe ser que los homicidios sean reducidos a la mínima expresión. No faltará alguien de la oposición que critique mi planteamiento, pues en los spots de Gobierno se habla de cero homicidios, haciendo clara alusión a que ya no son las pandillas las que asesinan como en el pasado, pues estos grupos se encuentran —debido al Plan Control Territorial y al régimen de excepción— a punto de ser extinguidos en su totalidad.
Los principales logros del presidente Bukele y su gabinete comienzan al tener clara la ruta, y poseedor el mandatario de la suficiente habilidad política para sortear un grupo de diputados opositores cuyo trabajo en 2019, 2020 y parte de 2021 fue únicamente obstaculizar los esfuerzos e iniciativas del Gobierno Central, así como promover antejuicios a funcionarios que únicamente hacían su mejor trabajo de cara a la eventualidad que el gobierno debió enfrentar; y me refiero a la emergencia sanitaria por COVID, la cual supo manejar de forma eficiente y poniéndose al frente con la dotación de kits médicos, apoyo con paquetes de alimentos, construcción en tiempo récord del mejor hospital de América Latina para la atención con hasta 1,000 camas uci. No fue nada fácil ponerse al frente, y no solo eso, pues hizo grandes esfuerzos para que las familias de escasos recursos tuviesen un apoyo económico de $300. Esto y más marcó el inicio de un gobierno diferente y con claras intenciones de sacar adelante a nuestro país.
Las voces disonantes de la oposición y de los opositores comenzaron a salir, tanto a escala nacional como internacional, al buscar implementar mecanismos infructuosos y negligentes de carácter mediático de desacreditación de todas las acciones que el presidente Bukele ejecutaba en beneficio de su gente, es decir, de nuestra población honrada y trabajadora, la cual ha comprendido exactamente el rumbo que debe seguir nuestro país.
Los anuncios hechos por el presidente Bukele en su tan esperado discurso del cuarto año de Gobierno dejan un claro mensaje: que la ruta trazada en 2019 es el hilo conductor que El Salvador debe seguir para lograr salir del subdesarrollo al que nos sometieron los anteriores gobiernos; y la clara visión como estadista lo lleva a crear mecanismos eficientes del accionar del Estado y, por ende, del gobierno, al reducir el número de municipios de 262 a 44, lo que permitirá elegir a los mejores alcaldes ante los ojos de la población, y que haya asertividad en cuanto a la ejecución de proyectos de beneficio social.
El otro anuncio radica en devolver al pueblo la justa cantidad de diputados que nuestro país necesita, que, aclaro, podrían ser menos, pero cuando firmaron la paz de ARENA y FMLN acordaron ceder espacio al partido reincorporado a la vida civil, sin que ARENA y asociados perdiesen sus privilegios. Ahora el presidente reivindica al pueblo salvadoreño, es en ese sentido que se eliminan 24 curules y la Asamblea Legislativa funcionará con 60 diputados.
En cuanto al tercero y último anuncio emitido por el mandatario salvadoreño, en el cual anuncia un combate frontal contra la corrupción, el discurso se hace efectivo con el allanamiento en simultáneo a los bienes del expresidente Alfredo Cristiani, procediendo a la aplicación que para tal efecto define la Ley Especial de Extinción de Dominio y de la Administración de los Bienes de Origen o Destinación Ilícita; y expresa el presidente Bukele que se construirá una cárcel para personas que estén ligadas a actos de corrupción, similar a lo ocurrido con las pandillas. Nada más claro y contundente para aquellos que consideraron a nuestro país como su finca, donde se podían enriquecer ilícitamente en detrimento de nuestra gente.
La ruta está trazada. Son cuatro años de grandes transformaciones y de beneficio a la población. Se oye y se cree fácil, pero solo un presidente con decisión y con valentía ha podido conducir este proceso que no tiene reversa, pues la reelección ya es inminente y el destino de corruptos y de criminales ya está definido en nuestro país.