Nació en el Atlántico nicaragüense, en la región autónoma de la tierra del poeta Rubén Darío. Llegó a El Salvador en 1968 para incorporarse al béisbol cuscatleco. Desde ese momento, a fuerza de batazos inolvidables, se ganó un nombre en el deporte de la pelota chica en el país
Ahora, a sus 77 años, auxiliado por amigos y familiares para moverse en silla de ruedas, Cyril Errington Díaz, sigue de buen humor y este domingo en medio del juego entre Dominicana y Venezuela, el exbateador cruzó la puerta del Parque de Pelota, Saturnino Bengoa, y los recuerdos llovieron en su mente. Son tantas anécdotas las que tiene en los archivos de su mente, pero sigue recordando una que tiene que ver con su duelo con un lanzador.
«Me ha parecido todo bien organizado en estos juegos. Me siento feliz por ver cómo está ahora el parque. El año pasado había venido por última vez. Está muy bonito esto. Venir acá me trae muchos bellos recuerdos. Hubo muchos partidos memorables acá en el Parque de Pelota. El lanzador ya falleció, se llamaba Manuel Hernández. En determinado juego debíamos ganar para clasificar. Me había dominado en tres ocasiones y la cuarta vez le dije que me iba a reír con él. Hoy te voy a castigar, le dije, y así fue. La bola voló, ganamos 1-0», recordó Errington en medios de la euforia de los aficionados venezolanos y dominicanos que acudieron al Bengoa, este domingo.
Errington era espectacular al bateo, según cuentan los que vieron béisbol a finales de la década de los sesenta y setenta. Son incontables los bates que pueden ser testigos de su potencia. «No sé cuántas veces saqué la bola del estadio. No me acuerdo», indicó el exbeisbolista en charla con «Diario El Salvador».
Por otra parte, en su faceta como entrenador, Errington obtuvo la medalla de oro con la selección nacional en los Juegos Deportivos Centroamericanos de Tegucigalpa, Honduras, en 1990. En la final de ese certamen, los peloteros cuscatlecos derrotaron por 5-4, contra todo pronóstico a la todopoderosa Nicaragua.