No hubo tiempo que perder, como ocurrió durante décadas en las comisiones de la Asamblea Legislativa con horas infinitas de discusión de iniciativas que nunca se convirtieron en leyes por desdén de los diputados.
Si hubiera habido una pizca de verdadero interés para emitir cuerpos legales que favorecieran a los salvadoreños, la actual legislatura, encabezada por Nuevas Ideas, se encargaría de pulir, actualizar, mejorar y/o generar leyes modernas. Pero es tanto el desfase encontrado que algunas propuestas ya no van acordes con los tiempos actuales, y es mejor comenzar de cero que dedicar otro par de años a seguir analizando lo que supuestamente debía estar «suficientemente discutido» por los padres de la patria a los que el pueblo desterró del Legislativo.
El representante de un «tanque de pensamiento», que ahora pasó al grupo de las organizaciones de la sociedad civil, manifestaba en una entrevista radial matinal reciente que el trabajo que hacían sus otrora amigos diputados tenía diversos fines, y agregaba que «en última instancia era favorecer al pueblo salvadoreño». Si cambió el orden de las ideas al describir un proceso, qué desafortunado. Pero acertó, porque precisamente eso ocurrió durante las décadas perdidas con ARENA y el FMLN en la rueda de caballitos de junta directiva y comisiones legislativas. La formulación de leyes transitaba por un camino engorroso, y no porque se llamara a todos los sectores involucrados para obtener insumos importantes, a razón de uno por semana.
Más bien obedecía a las coyunturas de negociación con actores, no necesariamente con posturas a favor del pueblo que quedaba «en última instancia». Ejemplos sobran. Ahora, quienes siempre han visto en la dolarización lo mejor que le pudo pasar a El Salvador en materia de política monetaria,
contenida en una ley que no tuvo el mínimo de discusión legislativa, son los mismos que alzan la voz porque las iniciativas que seguían en las comisiones continúen en discusión. ¿Por cuánto tiempo? ¿Otros cinco, 10 o 20 años? Cuando los cimientos de una casa están derruidos, insalvables, deben colocarse nuevos, construyendo con la mayor presteza posible, cuidando de su calidad.
Las 21 comisiones de trabajo legislativas tienen esa gran tarea: emitir leyes que tengan al pueblo salvadoreño «en primera instancia», acordes con los nuevos tiempos. Con tres semanas de trabajo (incluyendo los viernes) ya tienen los primeros resultados, y esa dinámica debe mantenerse en el trienio. Los nuevos diputados han enviado al archivo decenas, cientos de iniciativas, mientras que el votante, del que ahora algunos menosprecian su poder de decisión, envió al archivo del recuerdo a quienes no cumplieron con sus expectativas. Y seguirán ahí hasta que el pueblo decida.