La democracia se basa en la decisión de la mayoría expresada en las urnas por medio del voto secreto, libre y directo. Durante décadas, el sistema político de partidos corruptos llenó de promesas a los ciudadanos de cambios que jamás llegaron, con tal de mantenerse en el poder.
Pequeñas élites políticas se dedicaron no a gobernar en favor del pueblo, sino a saquear las arcas del Estado y a responder conforme a los intereses de los grupos de poder que financiaron sus campañas electorales. Eso fue igual tanto en los 20 años de ARENA como en los 10 del FMLN.
Cuando el sistema político estableció que los tiempos de ARENA habían terminado —debido al desgaste—, se preparó a su sucesor, que resultó ser una copia exacta de las prácticas corruptas que se habían enquistado en el ejercicio del poder. De este modo, con la llegada del FMLN al Ejecutivo hubo un cambio que no era cambio: un partido con bandera diferente que en el fondo hacía lo mismo, por lo que defraudó la esperanza de los ciudadanos.
En la Asamblea Legislativa, la «gobernabilidad» se compraba a fuerza de maletines negros. Los diputados que el pueblo negó a uno u otro partido se sumaban a las iniciativas gubernamentales después de recibir millonarios sobornos. Esos gastos, surgidos de la partida secreta de la presidencia de los mandatarios areneros y efemelenistas, eran el costo de mantener en funcionamiento el Estado, la corrupción que aceitaba los engranajes del poder.
Todo este sistema, que ARENA-FMLN y sus aliados consideraron que era perfecto para sus desmanes, empezó a derrumbarse con la elección de Nayib Bukele como presidente, pues demostró que el pueblo salvadoreño había encontrado una verdadera opción de cambio. De ese modo, al superar el nocivo bipartidismo que impidió el desarrollo y el despegue económico, los ciudadanos decidieron darle todas las herramientas políticas y legislativas al gobernante, dotándolo de una bancada legislativa lo suficientemente fuerte como para darle una verdadera gobernabilidad y acompañar los planes de Gobierno.
Los resultados positivos están a la vista y los ciudadanos no están dispuestos a regresar al pasado de corrupción y delincuencia de ARENA-FMLN. Por eso hay un inmenso apoyo para que el presidente Bukele se postule a un segundo mandato, tal y como lo estableció un reciente fallo de la Sala de lo Constitucional. De este modo, el voto directo, libre y secreto de los ciudadanos será el que decidirá si continúa en el poder. Es decir, será una decisión democrática.