Siempre con la pelota en los pies, lo único que necesitaba. Jacobo Kattán, tuvo desde niño el sueño de convertirse en futbolista profesional, pero se encontró con un cáncer que le cambió la vida por completo, ahora el volante de Sonsonate repasa los duros momentos que vivió durante su enfermedad y cómo logró cumplir su anhelo de debutar en Primera.
«El fútbol siempre estuvo presente en mi vida, incluso para detectarme el cáncer. Por un pelotazo en mis testículos me descubrieron un tumor cancerígeno», cuenta Jacobo.
A sus 16 años tuvo que someterse a quimioterapia, pero al principio no le tomó la debida seriedad ya que pensaba que era una rutina más en la vida. «Con el paso del tiempo caí en la situación en la que estaba», expresó.
Ocho días internado todos los meses durante un año en el Hospital «Benjamín Bloom», que los catalogó como los días más duros y eternos de su vida, pasaba hasta 14 días sin comer, vomitando y soportando el ardor en sus venas por la quimio. El volante sostuvo que había momentos en los que no soportaba más, le decía a su madre que no quería seguir, quería que todo acabara, pero siempre podo encontrar fuerzas en Dios.
En 2014, completó su tratamiento y fue dado de alta. Era el momento de volver a las canchas a seguir luchando por su sueño, pero ahora teniendo en cuenta lo valiosa que es la vida. «Uno se da cuenta lo que es tener salud y la importancia de la vida hasta que pasa por un momento así», detalló.
No fue fácil, después de un año y medio parado, Jacobo volvió de a poco. «Mis primeros días de entrenamiento eran dar cinco vueltas a la cancha caminando. Me sentía fatigado, pero poco a poco fui ganando ritmo», expresó el futbolista que en ese momento se encontraba en la escuela de Boca Juniors en El Salvador.
Recuerda con nostalgia su primer partido después de su enfermedad. Entró de cambio y la alegría se le notaba tanto, que iban perdiendo y no le importaba porque estaba de vuelta disfrutando del fútbol.
Terminó su etapa en la escuela y en 2016 partió hacia Argentina a probar suerte en Defensores de Belgrano, de la segunda división, pero por trámites de papeles no pudo quedarse. «Pasé 7 meses allá, el club me había dado el sí, pero no se pudo concretar por mi situación migratoria. Me sirvió para darme cuenta que tengo capacidad para lograr muchas cosas», dijo emocionado.
Tras su corto paso por el país sudamericano, volvió a El Salvador y las cosas se dieron muy rápido. Fue a visorias en la reserva de Santa Tecla, quedó y meses después debutó en 2017 en Primera con los tecleños, en un partido contra Águila en San Miguel.
Un sueño que parecía imposible, al borde de la muerte y con muchas dificultades en el camino, Jacobo se considera un luchador de la vida. A sus 23 años ya ha sido campeón de Copa El Salvador, subcampeón del Torneo Nacional y ha formado parte de selecciones juveniles. También ha jugado en FAS y ahora se desempeña en Sonsonate.
En el equipo cocotero se ha ganado la confianza del entrenador Rubén Da Silva y juega de titular, recuperando su regularidad. «Sonsonate es lo que necesitaba y estoy feliz aquí», cuenta.
«Muchas veces, veo atrás y admiro como tuve las fuerzas para salir adelante. Esa es mi vida, llena de dificultades, pero siempre con fe en Dios, lo logré», finalizó.