Desde Aristóteles hasta nuestra época, la concepción de justicia no ha cambiado mucho con respecto a su base sustantiva, es decir, a la visión teórica de esta. El maestro codificador del conocimiento de su tiempo solía decir respecto de la justicia: «Dar a cada uno lo que le corresponde». Es tan honda esta definición que se podrá crear alrededor de ella adornos, pero en esencia seguirá siendo la misma base.
En el caso del maestro Platón, entendía por justicia «un equilibrio natural sobre el cual debe inclinarse el hombre». Si se considera esta acepción, más la de su discípulo Aristóteles, está claro que la visión naturalista de ambos comprende que la persona debe estar inclinada a la verdad por medio de la justicia, en la que se distribuya equitativamente en una sociedad lo que corresponde a cada ciudadano, según sus propios méritos.
¿Por qué se traen a colación estas definiciones y enunciados? Por el hecho de que el país está viviendo un momento histórico con respecto al tipo de derecho que se está construyendo y que se está aplicando; a simple vista, sin mayor análisis óntico-jurídico, se podría creer que la legislación creada en estos tres años representa una visión corta sin mayor análisis jurídico, filosófico, sociológico y teleológico. Sin embargo, es acá donde comienza una visión menos legalista de la realidad social.
Ya lo decía el ilustre pensador Benito Juárez: «Cuando entren en conflicto el derecho y la justicia, ha de prevalecer la justicia». Pues bien, es necesario analizar en este preciso momento si con los cambios en la forma de crear y aprobar leyes por parte de la Asamblea, aunque a simple vista parezca poco formal, en realidad se podría estar en presencia de un rompimiento legalista y acercándose más a la justicia como fin último del derecho.
Por tanto, es momento de que las academias, los juristas, los gremios de abogados y todo aquel amante del estudio del derecho tome partido y comience a seguir de cerca la nueva visión de crear, modificar y derogar leyes que la nueva Asamblea está haciendo, ya que un estudio exhaustivo del «momentum» actual podría sentar los cimientos de una nueva doctrina jurídica, con base en las verdaderas necesidades del Estado y del ciudadano, y no solo de los intereses económicos de los grupúsculos de poder que han tenido aprisionado al derecho por décadas en el país.
De tal manera que, si se considera al derecho como ese conjunto de normas coercibles que rigen la conducta de los hombres en sociedad, se puede establecer que toda norma rige una conducta específica en pos de la armonía social, y esa armonía social a su vez se sustenta en la distribución equitativa de una justicia restaurativa, retributiva y distributiva. ¿Con qué fin? El de mejorar la vida del ciudadano en general.
Pues bien, no se debe adelantar una crítica al derecho actual, o más bien a la interpretación actual del derecho que se está haciendo desde los tres órganos del Estado, ya que, si bien es cierto que no es la forma tradicional en que se ha venido haciendo desde que se constituyó en república, la nación, quizá y solo quizá, hoy más que nunca, la ley por fin está favoreciendo a las amplias mayorías, tal como debió ser siempre ese conjunto de normas llamado derecho.
Ya lo decía el maestro Stanislaw Jerzy Lec: «Todos somos iguales ante la ley, pero no ante los encargados de aplicarla». Esta es una cita tan insondable de parte de Stanislaw ya que, si bien es cierto que la Constitución de la República de El Salvador establece en el artículo 3 que todos somos iguales ante la ley, no se aplicó en el país nunca de esta forma.
Es así como se está viviendo un instante en el que esa hermosa visión de la justicia nacida del derecho y del derecho nacido de la justicia se está volviendo una realidad, pero a su vez se debe vigilar también que ante el poder total que posee ahorita Nuevas Ideas en los tres órganos del Estado no vaya a comprometer este camino que se ha iniciado y se pueda volver el derecho un arma de terror contra la misma población. Ya lo decía Platón en su libro «República»: «Es mejor un hombre bueno que leyes buenas».