Estos mosqueteros, después de 48 años, se dan por enterados de que no se había hecho nada para resolver el asesinato de Roque Dalton y castigar a los culpables.
El escritor Darío Jovel, entre otros escritores, sin embargo, en repetidas ediciones ha expresado esta preocupación. En varias oportunidades también he dejado esa inquietud y me responden como repique de campanas que «el caso está en las cortes internacionales». Pero estos tres comensales recién llegados hoy apenas al caso se enteran de que nadie ha hecho nada realmente por forzar una decisiva investigación y captura de sus asesinos y colaterales políticos implicados en su muerte.
Darío Jovel, en 2020 y 2021, a 46 años del suceso escribió sobre la negligencia o el ocultamiento de las verdades sobre este crimen, que nadie ha querido enfrentar por las implicaciones políticas. En los dos escritos de Darío Jovel expone esta negligencia oficial o complicidad.
«[…] Hace no mucho tiempo la Procuraduría para la Defensa de Derechos Humanos de El Salvador dijo que iba a iniciar un proceso de investigación sobre el asesinato de Roque Dalton. De aquello hoy solo quedan las palabras y las intenciones. No se sabe mucho más de lo que se sabía ayer, o de lo que se sabrá mañana. Desde aquel 10 de mayo de 1975, cuando a un hombre al que le sobraba vida lo obligaron a regar la tierra con ella, ha pasado una guerra y cientos de pesadillas. Aquellas palabras que escribió desde Cuba nunca perdieron vigencia; y él —sin ser muy leído ni mencionado en un país que, quizá por vergüenza, intentó enterrar su recuerdo— siguió presente, tan vivo que incluso muerto respira a través de versos sin rima que cuestionan al mundo en todos los tiempos […]».
«[…] ¿Ustedes han escuchado las teorías conspirativas donde todo es culpa de la CIA? Pues, aunque resulte absurdo, acá pasó algo similar. Una comisión del ERP llegó a la conclusión de que Roque Dalton era “un agente infiltrado de la inteligencia estadounidense”. ¿Con qué bases llegan a esta conclusión? Se sabe que el padre de Roque era estadounidense de nacimiento y que al poeta lo llegó a interrogar un verdadero agente de la CIA. Y de esto se valieron para justificar su asesinato […]».
«[…] Desde siempre al FMLN se le ha criticado por tener muy poco aprecio hacia la teoría marxista que pregona y por asegurar que prefiere practicarla (pero sin leerla). Durante muchos años leer la poesía de Dalton se volvió un acto rebelde y cuando el FMLN llegó al Gobierno su imagen no fue reivindicada. Acaso porque el sentimiento de culpa no se los permitía […]».
Alegremente, hoy llegan a estas abruptas como insignificantes conclusiones de esos recién llegados a la historia: «Es muy cierto que la trágica trama tuvo lugar en el curso de un intenso debate ideológico y político, pero no es menos cierto que también hubo copas y faldas de por medio».
Conclusiones que justamente detentan, manejan, han manipulado los políticos comprometidos con este crimen para disuadir, distraer en el tiempo una verdadera investigación que solo pueden y deben ejecutar las autoridades oficiales y no civiles que podrían tener intereses muy concretos en esa historia.
«Nunca quedaron del todo claros los verdaderos motivos para matar a Dalton. No se sabe qué diferencia hacía para el movimiento concretar su muerte; sin embargo, los resultados no fueron los esperados», dice el escritor salvadoreño Darío Jovel.
En la presentación en la UES de la magna obra «Para llegar a Roque Dalton. Pequeños infiernos y otros paraísos», dos tomos de 1,000 páginas cada uno, 25 años de investigación, el autor James Iffland nos dio una solemne cátedra sobre Roque Dalton y su vital importancia en las letras salvadoreñas y centroamericanas, y sobre todo en esa etapa histórica, la década de los setenta, en los albores del conflicto armado que inició en 1982, y Roque es asesinado por líderes de ese movimiento cinco años antes de que comenzara la lucha armada. Es asesinado justo en la etapa en que se discutían las tácticas y estrategias a seguir por parte de los miembros del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), del que Roque Dalton era miembro.
Lo extraño de este caso es que desde el principio se señalaron abiertamente a los involucrados en esa muerte: dio la orden Joaquín Villalobos y la ejecutó Jorge Meléndez, quien fue director de Protección Civil durante los gobiernos del FMLN entre 2009 y 2014. Estos implicados se fueron del país y hasta ahora no se ha hecho ninguna diligencia para presentarlos ante la justicia. Esto lo señalé interviniendo en el acto y don James Iffland, el autor de la obra «Para llegar a Roque Dalton», muy amablemente contestó recordando que cuando estaban allá en el Norte promoviendo el movimiento almorzó con ellos y «hasta le dio la mano a uno de esos criminales» sin tener noticias del hecho.
En esa sinceridad de nuestra historia política que propone el presidente Nayib Bukele sería muy interesante promover este hecho, antes de que prescriba el crimen y que la Fiscalía intente la extradición y el enjuiciamiento de los posibles autores, uno de ellos, por cierto, firmante de aquellos Acuerdos de Paz, donde la primera decisión tomada por los responsables de más de 80,000 muertos fue la amnistía: «No pagaremos por nuestros crímenes de guerra».