Nació en el municipio de Soyapango, en San Salvador, pero su infancia y adolescencia la vivió en Estados Unidos. Siendo residente, Jimmy Hernández, de 38 años, logró hace seis años establecer su propia empresa en el rubro de transporte pesado con el traslado de materiales de construcción en Alexandria, Virginia.
La compañía, a la que denominó A3J Trucking en honor a sus tres hijos (Alexis, Jazmín, Jeymi) y a su propio nombre, Jimmy, es una de las pocas que no cerraron durante la cuarentena por la pandemia de la COVID-19 en Estados Unidos, donde a la fecha se han registrado más de 29.2 millones de contagios.
Con seis camiones en función para mover tierra y hierros y limpiar nieve durante el invierno, el connacional ha empleado a tres salvadoreños y a dos afroamericanos. El tiempo de espera para convertirse en propietario valió la pena para Hernández, ya que con ello ha logrado sacar adelante a su familia al ser la principal fuente de ingresos.
Una de sus metas es que su hijo de 17 años, Alexis Hernández, también pueda emigrar a Estados Unidos y, si es de su interés, podría involucrarse en la empresa y ser el próximo propietario en el futuro.
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Estos son los frutos de un trabajo arduo desde joven, reconoció Hernández, pues la vida en un nuevo país nunca es fácil, pero «si llevan una meta clara y con propósitos, aquí todo se puede alcanzar», recordó.
Desde joven se desempeñó en diferentes oficios y trabajos temporales: lavó platos, aprendió sobre pintura, fue cocinero en un restaurante, colaboró en una tienda de eventos y, por último, fue motorista en un negocio de mudanzas. Fue así como se involucró en el negocio de transportes de carga.
En la industria de mudanza viajó varias veces hasta el estado de Texas, el núcleo de la inmigración centroamericana, y conoció en sus rutas a decenas de salvadoreños que habían dejado a sus hijos en manos de sus parientes, con esperanzas de establecerse económicamente en el país norteamericano.
«Siempre les decía que les dieran lo mejor a sus hijos para que lograran un trabajo en El Salvador y no tuvieran que venir a Estados Unidos como nosotros», comentó a «Diario El Salvador».
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El Gobierno ha dejado claro que, aunque está luchando por un sistema migratorio «ordenado, seguro y humano», entrar ilegalmente al territorio no es una opción. «Eso no es mentira. No están dejando pasar a nadie [en la frontera], aunque los coyotes digan que sí», corroboró el salvadoreño.
Que una administración demócrata haya llegado al Gobierno ha sembrado optimismo, después de cuatro años desmotivados por el cierre de oportunidades por parte del expresidente Donald Trump. Hernández, aunque cuenta con el estatus legal, considera que un cambio en la política estadounidense ayudará a sus compatriotas.
«Soy inmigrante. Estoy de acuerdo con que se le otorgue un beneficio a quien se lo merece. Algunos aportan allá y aquí. Ellos se merecen la ayuda; sin embargo, hay algunos que vienen a hacer cosas negativas», manifestó.
La presentación de la reforma migratoria en el Congreso para facilitar la ciudadanía a 11 millones de indocumentados y la residencia permanente para los amparados con el Estatus de Protección Temporal (TPS, en inglés) son muestras de promesas de campaña de Joe Biden, según el connacional.
Esas mismas esperanzas de transformación también las mantiene para El Salvador luego de que las elecciones legislativas y municipales del pasado 28F dieron un resultado preliminar que da el gane en la mayoría del territorio al partido Nuevas Ideas.
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«Esperemos que ahora quieran hacer las cosas bien. Ojalá que se encarrilen para hacerlo», sostuvo, refiriéndose a la victoria de la mayoría de curules en la Asamblea Legislativa.
Hernández aseguró que al cumplir 50 años retornará a El Salvador y que, debido a la nueva fuerza política, incluso lo impulsa a querer invertir antes de lo planeado. «Mi idea no es vivir toda la vida aquí», reiteró. «El Salvador se convertirá en una potencia importante de Centroamérica», agregó.