La historia en las elecciones define a los usulutecos como ciudadanos a quienes si un alcalde no los ha convencido en su manera de gobernar en los tres años en funciones lo cambian, lo desechan.
En los pasados comicios no fue la excepción. Mauricio Zelaya, del partido ARENA, buscaba algo de lo que no hay registro certero: la reelección como alcalde.
Y quedó lejos, ya que con el 95.33 % de las actas procesadas, Luis Ayala, el candidato de Nuevas Ideas, logró 13,309 votos; Salvador Lovo, de GANA, obtuvo 4,882 y en tercer lugar apareció Zelaya con 1,435. Estos son los datos registrados hasta ayer en el sitio web del Tribunal Supremo Electoral (TSE) que, a pesar de haber finalizado el conteo, no había agregado las cinco actas pendientes.
De los últimos alcaldes, ha quedado demostrado que no lograron ganar otro período. Miguel Ángel Jaime (2015-2018) no pudo finalizarlo porque fue capturado y condenado a tres años de cárcel por negociar con pandilleros el apoyo en las votaciones que logró ganar; sin embargo, dicha pena fue sustituida por trabajo social. Tampoco lograron la reelección Francisco Meardi, del PCN (2012-2015); Manuel Hándal, del FMLN (2009- 2012), ni Guadalupe Hidalgo, de ARENA (2006-2009).
Como dato curioso, Jaime obtuvo el triunfo después de tres intentos (con ARENA y con GANA) y Meardi, después de cuatro (todos con el PCN), ambos de manera consecutiva. Por lo tanto, los usulutecos también le han dado la oportunidad a quienes han perseverado por llegar a la silla edilicia.
Algunos usulutecos entrados en años aseguran que en al menos 40 años ningún alcalde ha repetido su función. Zelaya está por cumplir tres años donde no hubo ninguna obra insignia, donde, como a todos los alcaldes, la pandemia lo afectó, y se enfocó en regalarles víveres y alimentos a personas necesitadas.
Los usulutecos no perdonan las promesas no cumplidas, no se casan con una bandera política y mucho menos con una persona. Promesas como la reparación de las calles (de las peores de la zona oriental), llevar a cabo un verdadero reordenamiento en la ciudad para evitar que sea un dolor de cabeza transitar en vehículo por la ciudad y espacios para la diversión familiar han sido las mayores deudas de los alcaldes que han desfilado por el palacio municipal.
Ayala, quien renunció al sacerdocio que desempeñó por más de 20 años para convertirse en el jefe de la comuna de la cabecera departamental, tiene el reto de hacer historia llevando a cabo una buena gestión y, por fin, convencer a los usulutecos de que él puede ser quien repita en el cargo.
No lo tendrá fácil, ya que hereda una deuda que sobrepasa los $10 millones que le impedirán adquirir más préstamos, por lo que tendrá que gestionar proyectos. Esto ya lo adelantó el 28F por la noche, cuando se declaró ganador de los comicios y reconoció que no había muchos fondos en la comuna. Dijo que buscará apoyo del presidente Nayib Bukele para cumplir las promesas. Adelantó que lo primero que hará es reparar las calles del municipio y se comprometió a darles estabilidad laboral a los más de 500 empleados de la alcaldía, pero aseguró que iban a revisar las plazas fantasmas.
De no hacer una buena gestión, el nuevo jefe de la comuna debe saber que los usulutecos los convierten en alcaldes desechables.