Familiares y amistades acompañaron este domingo las carrozas fúnebres que trasladaron los cuerpos de los hermanos Carranza, originarios de San Alejo, en La Unión, quienes murieron a causa de una intoxicación con monóxido de carbono en Maryland, Estados Unidos.
Los cuerpos de los jóvenes Carlos Ramón y Luis Eduardo, fueron repatriados el viernes por la familia, quienes recibieron el apoyo de consulado de El Salvador en Washington y el Ministerio de Relaciones Exteriores, para traer los cuerpos.
Los hermanos Carlos y Luis Carranza murieron el pasado 4 de enero cuando descansaban en su casa de habitación, y debido a los cortes de energía eléctrica, introducieron a la habitación una planta generadora, la cual emana el químico tóxico que les causó la muerte a los jóvenes de 27 y 29 años.
«A causa de la nieve, cuando no tenemos electricidad, recurrimos a ver qué metemos para tener energía, y ellos metieron el aparato menos indicado y murieron en cuestión de horas. Y el amigo se logró salvar, porque había dejado abierta una ventana y tenía entrada de aire», comentó Nelson Herrera, familiar de los jóvenes fallecidos.
Ambos salvadoreños tenían cuatro años de haber emigrado a los Estados Unidos, con la intención de salir adelante, y al llegar al país del norte hicieron trabajos de poda de grama, pero recientemente habían comenzado a emprender en la producción de pan, el cual era demandado por la comunidad salvadoreña que reside en ese sector de EE. UU.
Los restos de Carlos y Luis fueron velados el viernes y sábado en la casa de su madre en San Alejo, y ayer se llevó a cabo una misa de cuerpo presente y posteriormente los restos fueron trasladados para ser sepultados en cementerio general de la localidad.
«Lo que más vamos a recordar de ellos es su carisma qué contagiaba fácilmente y su humanidad, porque pertenecían a un comité en Estados Unidos que recolectaba ayudas para que se le pudiera ayudar a la gente de este pueblo con sillas de ruedas, muletas, bordones y otros insumos hospitalarios», aseguró Noe Herrera, familiar de los hermanos.
Ambos jóvenes tenían el sueño de legalizar su propia panadería en Estados Unidos y surtir con el producto nostálgico a las tiendas latinas en ese país, con el único propósito de reunir el dinero suficiente para construirle una casa propia a su madre, pero dicho sueño no lo pudieron cumplir.